Obama manejó con soltura y lucimiento el realista aspersorio, “si vis pacem, para bellum”, en el corazón de una Europa mayoritariamente pacifista y sorprendida.
Las razones de esta glosa
El pasado 20 de octubre edité un post en este blog con el título “Barack Hussein Obama y sus dos grandes logros: Jack y Squat”, donde ponía en duda, incluso diría ridiculizaba, los méritos que justificaban el otorgamiento del premio Nobel de la Paz. A la vista del inesperado e importante discurso de Obama, me siento obligado a dedicarle este otro post de rectificación y reconocimiento.
Tenía una gran curiosidad por conocer el texto del discurso de Obama en Oslo. Pasadas unas horas me puse a rastrear por la web, y lo que me encontré fue una serie de resúmenes mutilados y mal traducidos. Curiosamente por estos lares se maquilló el discurso de Obama de modo que resultara políticamente correcto. Porque ciertamente el discurso debió resultar muy incorrecto para los países donde, como dijo el propio Obama, “existe una profunda ambivalencia acerca de la acción militar de hoy, no importa cuál sea la causa”. Ciertamente, resultó un premio Nobel de la Paz que no tuvo pelos en la lengua, donde el pacifismo de guardarropía no tuvo cabida.
Finalmente tuve que recurrir al texto que, en apenas un par de horas, ya ofrecía íntegro NYT, que a su vez lo había obtenido de la oficina de prensa de la Casa Blanca. Tengo que reconocer que, a medida que avanzaba en la lectura del discurso, me sorprendía gratamente. No me lo esperaba. Por eso, lo que me propongo ahora es glosar las partes que me parecen más significativas dadas las circunstancias. El discurso es clarificador y una buena vacuna contra el cejudo relativismo oficial. Mucho me temo que más de uno se va a decepcionar con su san Obama apóstol de la paz, reverso forzado de la medalla del diabólico Busch.
La controversia del otorgamiento del premio Nobel de la Paz
Lo primero que se debe destacar del discurso es que, al comienzo, reconociera con “gran humildad”, que estando al comienzo de su trabajo, y no al fin, y en comparación con otros gigantes de la historia que han recibido el premio, “mis logros sol leves”. Su primer golpe de hisopo cargado de franqueza fue, “sería un insensible si no reconociera la controversia que su generosa decisión ha generado”. Todos rieron el desparpajo del Comandante en Jefe de primer ejército de un planeta que se calienta, en todos los sentidos. Obama los había deslumbrado por sorpresa.
Si hubiera que resumir el contenido del discurso de Obama en pocas palabras escogería aquella cita que erróneamente la mayoría adjudica a Julio Cesar (100 – 44 a. de C.), Si vis pacem, para bellum. Si quieres la paz prepara la guerra. El verdadero autor de esa trillada frase, pero no menos acertada, por los siglos de los siglos, fue un escritor romano de temas militares, llamado Vegacio, que escribió un libro titulado Epitoma rei militaris. Libro que fue copiado hasta la saciedad durante siglos. Lo escribió, más o menos, en el año 390 d. de C., dedicado al emperador Teodosio I, el grande. El último emperador que gobernó todo el mundo romano, el occidental y el oriental. La frase completa de Vegacio dice así: "Igitur qui desiderat pacem, praeparet bellum”. Así que quien desee la paz, que prepare la guerra. La que ha llegado a nosotros es una versión abreviada para el consumo.
En ningún momento Obama disimulo su personaje, dadas las circunstancias, y dejó de ser y parecer lo que representaba. “La cuestión más significativa del otorgamiento de este premio es el hecho de que soy el Comandante en jefe de las fuerzas armadas de una nación en medio de dos guerras.” Y añadió, “estamos en guerra, y yo soy el responsable del despliegue de miles de jóvenes norteamericanos desplazados para luchar en tierras lejanas.” Y para que
no quedara duda de la franqueza de ánimo con que Obama recogía su inmerecido premio, dijo: “Llego aquí con un profundo sentido de los costes de los conflictos armados y consecuentemente lleno de preguntas difíciles sobre la relación que existe entre la guerra y la paz y la clase de esfuerzo que debemos llevar a cabo para remplazar la una por la otra.” Ciertamente, sólo los grandes estadistas, como el que ahora vemos en Obama, asumen que no es sólo un frívolo juego de palabras el cambiar una cosa por otra, como el que cambia un jarrón de sitio.
La moral de la guerra
Cada vez se puede comprobar que Obama, o sus asesores, me da lo mismo ya que es él quien los escoge –recuerdo aquel epitafio de la tumba de Roquefeller: “aquí yace un hombre que supo rodearse de personas mejor que él”- es una persona con una gran formación histórica y humanística. No es un simplón de los que dicen, sin más, de la noche a la mañana, otro mundo es posible. Ni tampoco sea de los que cree que baste con decir “no a la guerra” para erradicarla. Las bases de su realismo parecen tener buenos cimientos. No elude el manoseado debate de guerra si o guerra no, cuando afirma que ese es ya un viejo debate. “La guerra, en una u otro forma ya apareció con el primer hombre, en los albores de la historia. Pero su moral no se cuestionaba sino que era aceptada simplemente como un hecho, como la sequía o las enfermedades.” ¿Cuántos líderes políticos de estos tiempos se atreverían a denunciar semejante demérito? La moral de la guerra, ahora, se cuestiona impúdicamente.
No quiere decir Obama que haya que aceptar fatalmente esos hechos dolorosos y que no se intente hacer algo. Por eso, las leyes, los filósofos los hombres de Estado han tratado de controlar los efectos destructivos de las guerras. De este esfuerzo ha surgido el concepto, desgraciadamente interesadamente manipulado de “guerra justa”. Sobre este interesante asunto Obama manifiesta: “[la guerra justa] sugiere que la guerra sólo sea justificada cuando se cumplan ciertas condiciones: si se hace como último recurso, o en defensa propia, si la fuerza utilizada es proporcional y si, siempre que sea posible, los civiles estén a salvo de la violencia.” A lo que el mismo Obama contesta con escepticismo: “Por supuesto, sabemos por la historia, que la mayor parte de las veces ese concepto de ‘guerra justa’ rara vez se ha respetado.”
Obama recuerda que su país saco las castañas del fuego a Europa
Seguramente, siendo Obama consciente de que se encontraba en ese momento, en el santa sanctórum del pacifismo europeo, lugar de origen del premio Nobel de la Paz, se permitió recordarle a los allí presentes, la cruda realidad de la ensangrentada Europa. “En el lapso de 30 años, por dos veces, una terrible carnicería engulló a este continente. Y si bien es difícil concebir una causa más justa que la derrota del Tercer Reich y las potencias del Eje, la Segunda Guerra Mundial fue un conflicto en el que el número de civiles muertos superó al de soldados.”
Y aunque Obama dice que debemos sentirnos orgullosos herederos de aquellos que tuvieron la fortaleza de vencer tan difíciles momentos del pasado, así como de las instituciones creadas, da un dramático toque de atención avisando de los peligros que ya tenemos encima. “Sin embargo, ha bastado una década del nuevo siglo para que esa sólida arquitectura del pasado se empiece a desplomar bajo el peso de las nuevas amenazas. La proliferación de armas nucleares puede aumentar el riesgo de una catástrofe, por eso es razonable que el mundo tiemble ante la perspectiva de una guerra entre dos superpotencias nucleares.”
Y sigue Obama echando encima de la conciencia de sus turbados oyentes más argumentos para que acepten que si quieren la paz, tendrán que prepararse para la guerra. El panorama que pinta es desgarrador. “El terrorismo es cada vez más que una táctica, en la medida que las nuevas tecnologías hacen posible que simples hombres con rabia destructora descomunal puedan asesinar a inocentes en proporciones horribles.” Sigue Obama recordando otras amenazas que penden sobre nosotros. “El resurgimiento de conflictos étnicos o sectarios, el crecimiento de movimientos secesionistas, las insurgencias y los Estados fallidos. En las guerras de hoy son asesinados muchos más civiles que soldados.” No se puede ser más realista. Y mucho me temo que no pocos de los asistentes se hayan removido incómodos en sus asientos, al oír que el agraciado con el premio Nobel de la Paz hable de prepararse para la guerra.
Nuevos enfoques para la noción de guerra justa
Cuando uno lee con detenimiento el discurso de un Obama premio Nobel de la Paz, llama la atención que insista una y otra vez sobre los peligros que nos acechan. “Yo no traigo aquí la solución definitiva para los problemas de la guerra. Pero si [tengo claro que] estamos obligados a pensar en nuevos enfoques para las nociones de ‘guerra justa’ o los imperativos de una ‘paz justa’.”
El párrafo que sigue no puede ser más contundente. Es como un jarro de agua fría que recibiera alguien que estuviera sesteando. “Debemos comenzar por reconocer la dura verdad: No vamos a erradicar los conflictos violentos en nuestras vidas. Y habrá momentos en que las naciones, bien sea individualmente o en concierto, no sólo necesiten recurrir a la fuerza sino que lo consideren moralmente justificado.”
Y hasta no faltó una declaración solemne que claramente no sólo iba dirigida a los encopetados asistentes de tan protocolario acto, sino sobre todo a sus compatriotas y a los enemigos seculares de Estados Unidos de antes de la demolición del muro – no se cayó solo- y de después del 11-S. “Pero como jefe de Estado juré proteger y defender mi país”. Seguidamente aclaró suficientemente lo que quería que se entendiera. “Yo me enfrento al mundo como es y, por tanto, no puedo quedarme de brazos cruzados frente a las amenazas al pueblo estadounidense.”
Obama recuerda que el mal existe en el mundo –Busch lo llamaba de otra manera, eje del mal-. “Pero no nos equivoquemos: el mal existe en el mundo. Un movimiento no violento no podría haber detenido a los ejércitos de Hitler. Las negociaciones no pueden convencer a los líderes de Al Qaida para que depongan las armas. Decir que en ocasiones el uso de la fuerza es necesario no puede considerarse un gesto cínico. Es reconocer [con honestidad] la realidad histórica, las imperfecciones del hombre y los límites de la razón.” Evidentemente Obama está marcando contrastes filosóficos. Rompiendo los moldes de lo políticamente correcto. Es de esperar que pronto veamos una contraofensiva de los filósofos pacifico relativistas que ahora reinan.
La ambigüedad de muchos países sobre la acción militar de hoy
Y también encontramos en el discurso de Obama reproches de cierto calibre. Por ejemplo, para que no haya duda, aclara a quiénes van dirigidas las advertencias del párrafo anterior. “En este punto deseo resaltar que en muchos países existe una profunda ambivalencia acerca de la acción militar de hoy, [incluso] cualquiera que sea la causa. Y en ocasiones [esa ambivalencia] está asociada a ciertas sospechosas especulaciones acerca del mando único de la superpotencia militar.”
Y frente a esas especulaciones de desagradecidos, a Obama no le duelen prendas para recordarle a todos: “Pero el mundo debe recordar que no fueron simplemente las instituciones internacionales las que trajeron la estabilidad al mundo después de la Segunda Guerra Mundial. Cualesquiera que sean los errores que podamos haber cometido, la realidad es que: los Estados Unidos de América han ayudado a garantizar la seguridad mundial durante más de seis décadas con la sangre de nuestros ciudadanos y la fuerza de nuestros brazos.” Cualquiera diría que Obama tenía necesidad de venir a Europa a recordarle a algunos desmemoriados que la gratitud es una virtud que honra a quien la practica. Los franceses suelen decir que la gratitud es la memoria del corazón.
Obama sigue defendiendo su teoría de la intervención oportuna, atacando directamente a los flojos de conciencia. “La no intervención por desviación de conciencia lacrimosa puede dar lugar que haya que hacerlo más adelante en condiciones más dolorosas. El uso de la fuerza puede estar justificado tanto por razones humanitarias, como fue el caso de los Balcanes, como por razones puramente bélicas.”
Su compromiso en el mantenimiento de la paz mundial
Obama renueva en este acto del Nobel de la Paz, su compromiso de no vacilar en el mantenimiento de la seguridad mundial. Pero advierte que solos no podrán hacerlo y les da un toque nada retórico a los que se escaquean en sus obligaciones. “En un mundo donde las amenazas son difusas y las misiones complejas, los Estados Unidos no pueden actuar solos. Esto es lo que pasa en Afganistán y ciertos Estados fallidos como Somalia. Los países de la OTAN y otros amigos y aliados asumen esta verdad y la demuestran en Afganistán, con su coraje. Pero hay otros muchos países que se desentienden del esfuerzo de aquellos que cooperan y se instalan en posiciones indeterminadas. Entiendo que la guerra no es popular, pero también sé esto otro: La creencia de que la paz es deseable no es suficiente para lograrla. La Paz requiere responsabilidad. La Paz implica sacrificio. Es por eso que la OTAN sigue siendo imprescindible.”
Seguramente aquellos que creían que Estados Unidos, a partir de Obama, renunciaba al liderazgo mundial, por aquello del multilateralismo, lo pueden tener claro si leen con atención la siguiente manifestación. “Y cuando nos enfrentamos a un enemigo depravado, que no se atiene a las normas, entiendo que Estados Unidos debe seguir siendo un abanderado en la conducción de la guerra.”
Ciertamente Obama, después de todos los argumentos que ha expuesto sobre las cuestiones de la guerra y la paz, se moja, y se atreve a anunciar las tres maneras en las que se puede construir una paz justa y duradera.
La primera norma tiene que ver con el incumplimiento de las leyes y las reglas internacionales.
“Los regímenes que rompan las reglas deberán rendir cuentas. Las sanciones deben exigir un precio real”. Y pone un ejemplo bien significativo: “el esfuerzo para evitar la propagación de las armas nucleares”. Luego se refiero al acuerdo de mediados del siglo pasado sobre no proliferación de armas nucleares, sobre el que advierte que sigue estando en vigor. “Estoy comprometido con la defensa de este tratado”. Y señala con el dedo acusador: “naciones como Irán y Corea del Norte no respetan las reglas de juego”. Y a los que se quedan de brazos cruzados simplemente de espectadores ante ese incumplimiento les dice. “Aquellos que buscan la paz no pueden permanecer de brazos cruzados cuando las naciones se arman para la guerra nuclear.”
La segunda norma tiene que ver con los derechos humanos
Esta cuestión la argumenta del siguiente modo. “La paz no es simplemente la ausencia de conflictos visibles. Sólo una paz justa basada en los derechos y la dignidad inherentes a cada individuo, puede ser verdaderamente duradera.” Atención a los matices del siguiente argumento. “Algunos países justifican la falta de respeto a los derechos humanos con el argumento de que esos principios son occidentales, ajenos a sus culturas locales.” Entiendo que Obama no está de acuerdo con esas teorías de que en nuestro mundo actual existen diversas civilizaciones que hay que respetar. Queda claro que en nuestro mundo sólo existe una civilización: la de los derechos humanos y las del respeto de las reglas internacionales. En ocasiones Obama llega a ser muy sutil para dejar caer ciertas advertencias. “La promoción de los derechos humanos no se puede hacer sólo haciendo exhortaciones sobre la paz. A veces, debe ir acompañada de [cierta] diplomacia laboriosa”. Claro que cada uno puede entender como le plazca lo de “diplomacia laboriosa”, pero creo que está clara la intención.
Y precisamente en el desarrollo de la segunda norma para alcanzar la paz justa y duradera, tiene un justo y oportuno recuerdo para otros importantes personajes, que en la reciente conmemoración del 20 aniversario del derribo del muro de Berlín, fueron tendenciosamente ignorados en los actos oficiales. “El compromiso del Papa Juan Pablo II con Polonia creó un espacio no sólo para la Iglesia Católica, pero también para los dirigentes sindicales, como Lech Walesa. Los esfuerzos de Ronald Reagan sobre el control de armamentos y el abrazo de la perestroika, no sólo propició la mejora de las relaciones con la Unión Soviética, sino que facilito la aparición de disidentes en toda Europa Oriental.”
La tercera y última norma anunciada por Obama tiene que ver con la miseria, la inseguridad económica, los derechos civiles y políticos
Es mucho el espacio que Obama dedica a esta importante cuestión. Entra en detalles que servirían como guía de principios para más de una enigmática ONG. Para no hacer demasiado extensa esta glosa del discurso de Obama, de entre todas destaco la siguiente. “La seguridad no existe donde los seres humanos no tienen acceso a suficientes alimentos o agua potable, o a las medicinas y la vivienda que necesitan para sobrevivir.”
El final lo reserva para denunciar la complicada situación de Oriente Medio. Se pueden encontrar algunas frases lapidarias. “La Guerra Santa no siempre puede ser una guerra justa. Y lo más peligroso, lo vemos en la forma en que la religión es utilizada para justificar el asesinato de inocentes por los que han distorsionado y contaminado la gran religión del Islam.”
Y para los idealistas empedernidos, un mensaje: “No tenemos que creer que la naturaleza humana es perfecta. Debemos creer que todavía puede mejorar. No debemos vivir en un mundo idealizado, sino en uno donde todavía quedan ideales alcanzables que lo conviertan en un mejor lugar.”
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