Diagnóstico:
El euro es un tejado sin cimientos, flotando en el aire.
Pronóstico:
Terminará hecho jirones. Acabará como un estorbo cuando
quede inútil.
Tratamiento lenitivo: Transfusiones devastadoras de dinero que debilitan la económia. Tratamiento
curativo: Ponerle cimientos, dotándolo de supergobierno de finanzas.
Contra
indicaciones: Pérdida de independencia significativa de las partes.
No
ha pasado tanto tiempo desde que el 1 de enero de 1999 se implantara
en España, junto con parte de otros estados de la UE,
la moneda única, inicialmente llamada ECU, para finalmente
denominarla EURO. Sin embargo colectivamente tenemos la
impresión de que ha pasado un siglo. Creo que es el efecto que
transmiten las cosas que se quedan viejas por mal hechas. Porque el
EURO nació viejo por planteamiento erróneo.
Si
analizamos la historia de las constituciones de los Estados modernos
a lo largo de los años, podemos apreciar como los procesos de
creación de las monedas, pasan por un proceso muy similar al de la
construcción de una casa. Creo que es una metáfora muy pedagógica.
Sin entrar en detalles más propios de un trabajo académico,
y aprovechando la metáfora del proceso lógico de la construcción
de una casa, que cualquiera puede entender, habría que decir que, la
moneda sería el techo de la casa. Es decir, que a nadie, salvo a los
“sabios” del Tratado de Maastricht, que nada menos desde
febrero de 1992 estuvieron trajinando la fantasía de empezar la
Eurozona por la moneda, o sea, por el tejado.
Reconozco que ha
sido el amor propio, aunque también puede que la inmodestia, la que
me ha impulsado a sacar estos trapos viejos, cuando he tenido
noticias de las declaraciones del ministro de Finanzas del RU, Mr.
Osborne, a través de la BBC que “para salvar la
salud de la Eurozona es necesaria una cierta unión fiscal”.
Cáspita, esto ya lo escribí yo, hace más de diez años, en más de
una ocasión en alguno de mis blogs, precisamente aludiendo a la
metáfora de la casa.
No digo que no hubiera economistos/as
que apoyaran semejante despropósito. Pero pasa que recelo de que
tengamos over booking de economistas de cursos acelerados de
periódico, así como catedráticas de Derecho Constitucional.
Algunas universidades otorgan títulos como quien hace churros.
Hay
que felicitar al ministro de Finanzas Osborne, por tener la
valentía de tirarse del guindo, en coherencia con la acertada
actitud de los distintos Gobiernos británicos que rechazaron la
entrada en la Eurozona. Tan solo un reproche a lo dicho por Osborne.
Y es que se queda corto –tentándose la ropa por si “se queda de
cuadra”- cuando dice que es necesaria tan solo una “cierta
unión fiscal”. Le recordaría a Mr. Osborne un dicho
inglés muy conocido: “no es posible pasar un precipicio de dos
saltos. O como diríamos por aquí, estar un poco embarazada.
Esta
UE no sale de un ladrillo, en su empeño de soplar y absorber al
mismo tiempo. O sea, decir que construyen una Europa federal, y ni
siquiera consiguen aproximarse a una asimétrica confederación
imposible. Lo que sí queda claro es que han montado un descomunal
tinglado burocrático que cada vez se parece más al guirigay de las
Naciones Unidas. Lagarto lagarto.
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