viernes, 4 de mayo de 2007

Micorreo: La pobreza y los mendrugos



Mi querida amiga,

Espero que tu largo viaje haya resultado soportable. Atravesar el charco siempre resulta incómodo por todo eso de lag jet. Como desde tu marcha no he tenido noticias tuyas me he quedado preocupado en razón del problema familiar que motivó tu apresurada vuelta a casa. Es posible que esta carta se cruce con la tuya que espero me traiga novedades que calmen mi inquietud por la situación de tu familia.

Como no sé el tiempo que te verás obligada a permanecer en tu casa, aunque sospecho que no va ser corto, me he propuesto convertirme en tu corresponsal personal con objeto de que tu alejamiento del Madrid que tanto aprecias –no va con segundas-, no represente una desconexión traumática. Me he impuesto el compromiso de, por lo menos, una vez por semana, tenerte al día de los acontecimientos más destacados, o curiosos, de lo que aquí pasa. A tu vuelta, que espero no se retrase demasiado, te será más fácil coger el tren de lo cotidiano.

Por aquí todo sigue más o menos igual que cuando te fuiste: una caldera en ebullición, donde, de un día para otro, las cosas se enredan aún más, aunque parezca absurdo. Empezaré contándote una curiosidad. Dice un tal Ricardo Verges –catedrático de economía-, al tiempo que debatía en un artículo periodístico (El Mundo 29-4-07) relativo al sobado tema del ladrillo, una curiosa teoría de la información. Como sabes, en esto de la vivienda no nos ponemos de acuerdo si suben, si bajan los precios; si burbuja sí, si burbuja no. Tú ya sabes que este es un tema al que le he prestado atención con un largo post en mi blog (http://wwwmansocoronado.blogspot.com/2007/04/la-enigmtica-burbuja-inmobiliaria.html). Pues bien, la teoría en cuestión, traída por Verges, es atribuible al economista norteamericano George A. Akerlof, que fue premio Nóbel en el años 2001 –junto con A. Michael Spence y Joseph E. Stiglitz- por su análisis de los mercados en los que unos agentes disponen de más datos que otros para predecir su evolución –los expertos los llaman mercados con información asimétrica-. La teoría de la información en cuestión se llama “la selección adversa” que, según Verges, la practicamos especialmente los españoles. O sea, ante la falta de información tanto de compradores –especialmente- como de vendedores, los actores protagonistas de este mercado se remedian, según esta teoría, tomando decisiones contraproducentes: frente a la verdad, la mentira; frente al conocimiento, creencia; frente al intercambio, caciquismo; y por último, frente al honor, confianza. Caramba, se me ocurre que esta teoría valdría, también, no sólo para los compradores de pisos. De cualquier modo, Verges tiene razón: si el mercado fuera suficientemente transparente por parte de las autoridades concernidas y los agentes económicos, “funcionaría de maravilla”. ¡Atención compradores, hay que ser mucho más exigentes a la hora de pedir información!

Como es habitual en P. J. Ramírez –ya sabes, director de El Mundo- nos endosó su consabido cartapacio dominical, bien regado de metáforas y documentadas referencias literarias (El retablo de las maravillas), con el fin de darle un buen repaso al Gobierno. Pero casi siempre, buscando entre líneas, encuentras también algún mensaje pérfido dedicado al PP: “Decían que España se rompía y luego a la hora de la verdad el PP ha consensuado todos los estatutos menos uno”. Apoyado en esta afirmación rabiosa, PJR lanza la pregunta acusadora: “¿Cabe mayor prueba de que la oposición hizo electoralismo barato a costa de Cataluña y de que [como consecuencia] se ha avanzado decisivamente en la consolidación del Estado autonómico [confederal]? Como verás no desaprovecho la oportunidad para meter mis tendenciosos corchetes.

Creo que todavía estabas por aquí cuando se celebró la primera vuelta de las elecciones francesas para nuevo presidente que, según los sondeos, se dilucidaría entre los tres siguientes candidatos Ségolèn Royal, izquierda socialista, Sarkozy, por la derecha conservadora y Bayrou por el centro. El resultado es que ha sido eliminado éste último. Para no enredarme prematuramente, me he limitado a utilizar la clásica denominación que me recuerda al baile de la yenka –una canción del verano del año 1965 de Johnny and Charley-. Adivino lo que estarás pensando: que tú eres más joven y no viviste esa época. Bueno, no importa. El estribillo decía así: /Izquierda, izquierda, derecha, derecha, delante, detrás, un dos tres/. El baile consistía en dar saltitos siguiendo el estribillo. Conviene recordar que por aquellos años había censura por aquí, pero la gente se las ingeniaba. A lo que iba, en realidad, si analizas detenidamente sus programas electorales habría que hacer curiosas matizaciones, especialmente en el caso de Bayrou, el perdedor. Pues bien, por primera vez en la historia, ha ocurrido que el citado candidato centrista eliminado, ha mantenido un debate televisivo con la socialista Royal, conocida por la “zapatera francesa”, con la pretensión de escenificar una alianza tácita entre los dos partidos. Curiosamente, la zapatera ha adoptado el modelo zapateril de aislar y expulsar el competidor –mejor diría enemigo- político. Además de extravagante, el acto resultó un espectáculo versallesco contra Sarco –como se le llama familiarmente en los titulares-. Según los analistas acreditados, Sarco ha sido lo suficientemente listo para aparecer como una víctima de “las oscuras maniobras de la zapatera”. ¿Te recuerda esto el tortuoso Pacto de Tinnel? Seguro que sí. Los vicios antidemocráticos se contagian. Todo sea por el poder. Cuidado, yo no digo que todos los políticos sean iguales.

El ambiente político insólito que se percibe en España, especialmente a partir del 14-M, da la impresión de que contagia la vida cotidiana de las gentes. Todo lo que hacemos parece contaminado. Este comentario lo traigo a cuento del efecto apabullante, cansino, repetitivo con que los medios, especialmente la TV gubernamental, nos ha venido endosando a propósito del nacimiento de la segunda hija de los Príncipes de Asturias, la infanta Sofía. Un amigo con el que coincidí en el kiosco de los periódicos, me decía con cierta malevolencia al oído: “todo esto ha sido una maniobra para que acabemos odiando a la monarquía, preparando el camino de la III república”. La verdad es que algunos afinan excesivamente. Quizás los únicos que habrán quedado satisfechos son los aficionados a los programas rosa o del corazón que han encontrado una veta que explotar para su trabajo. Ya sabes como es Raúl del Pozo, con esos prontos de ingenio con los que nos suele retratar el ambiente de ciertas situaciones. Pues el pasado 1 de mayo le dedicó una columna a La Infanta (El Mundo), en la que, ente otras cosas decía: “La Familia Real española debe, o debiera, estar abrumada por la ola de adulación mediática y popular. ‘Se han pasao’, como dicen los castizos”. Pero lo más característico del estilo de RdP lo encontré en la severísima critica que dedico al público aficionado a estos eventos: “/…la gente tiene la cabeza llena de ranas, de noviazgos, embarazos reales y cacerías; cuanto más pobres más mendrugos”. Caramba con los mendrugos. Se ve que el afamado columnista estaba malhumorado.

Querida amiga, aunque todavía son muchas las cosas que me dejo en tintero -mejor dicho en el teclado- para ponerte al día, creo que debo dosificarme para evitar que mis mensajes te cansen y te predispongan cuando te los encuentres en la pantalla.
Hasta la próxima.