Un buen amigo americano, Chip Wood, de quien he glosado alguna vez sus interesantes escritos en este blog, me ha enviado un enternecedor Christmas: un popular poema, tenido como anónimo, sencillo, directo, nada barroco. Rebuscando ha averiguado el nombre de su autor: Dr. James Allan Francis, incluido en su libro The Real Jesus and Other Sermons, publicado en el año 1926 por Judson Press.
One Solitary Life
He was born in an obscure village,
The child of a peasant woman.
He grew up in another obscure village
Where he worked in a carpenter shop
Until He was thirty.
He never wrote a book.
He never held an office.
He never went to college.
He never visited a big city.
He never traveled more than two hundred miles
From the place where He was born.
He did none of the things
Usually associated with greatness.
He had no credentials but Himself.
He was only thirty-three
When He died.
His friends ran away.
One of them denied Him.
He was turned over to His enemies
And went through the mockery of a trial.
He was nailed to a cross between two thieves.
While dying, His executioners gambled for His clothing,
The only property He had on earth.
When He was dead,
He was laid in a borrowed grave
Through the pity of a friend.
Twenty centuries have come and gone
And today Jesus is the central figure of the human race
And the leader of mankind’s progress.
All the armies that have ever marched,
All the navies that have ever sailed,
All the parliaments that have ever sat,
All the kings that ever reigned put together
Have not affected the life of mankind on earth
As powerfully as that One Solitary Life.
Siguiendo la invitación de compartir, ahora tan de moda en las redes sociales, lo he elegido como post de estas Navidades. Además, he tenido el atrevimiento de hacerme, para mí y para compartir, una traducción libre al español, intentando respetar el espíritu que nos dejó Allan Francisc en 1926.
Una vida solitaria
El hijo de una campesina,
Nació en una oscura aldea.
Creció en otra oscura aldea
Trabajando como carpintero.
Y cumplió treinta años.
Nunca escribió un libro.
Nunca tuvo un despacho.
Nunca fue a la universidad.
Nunca pisó una gran ciudad.
No más allá de 200 millas se alejó
Del lugar donde nació.
No hizo las cosas del señorío poderoso
Sus credenciales eran Él mismo.
Treinta y tres años tenía
Cuando murió.
Sus amigos desertaron
Incluso uno de ellos le negó.
A sus enemigos fue entregado
Y a un juicio burlón lo sometieron.
Entre dos ladrones en una cruz los clavaron.
La única propiedad que tenía en esta tierra,
Su ropa, mientras moría sus verdugos se la jugaron.
Por la compasión de un amigo,
Cuando estaba muerto,
En una tumba prestada lo enterraron
Veinte siglos han pasado
Y hoy Jesús es luminaria de la raza humana.
Paladín del progreso de la humanidad.
Ni todos los ejércitos que han existido,
Ni todas las flotas que han navegado,
Ni todos los parlamentos que han legislado,
Incluso todos los reyes juntos que han reinado,
Han afectado a la vida de la humanidad en la tierra
Tan intensamente como Una vida solitaria.