Normalmente cuando uno se decide a reproducir acotaciones de un artículo, las menos reproducirlo entero, suele ser debido a que se trata de un texto que nos ha llamado especialmente la atención. Si es de naturaleza literaria, por su belleza; si es de crítica política, porque compartimos su sectarismo o su posicionamiento. En cualquier caso el autor del artículo elegido conviene que sea conocido y acreditado. Es una forma de comer rueda. Si uno no acierta, la disculpa está en la intención, “compartir”, la mágica palabra con la que últimamente nos quieren conmover para que divulguemos lo que acabamos de leer en cualquier sitio de la web. O sea, el famoso “pásalo” del 13-M, víspera de la reflexión de las elecciones de 2004.
Pero he aquí que el pasado domingo día 15, me encontré en el suplemento de El Mundo, Crónica, una columna firmada por Miguel Ángel Mellado, para mí, he de decirlo con toda franqueza, un desconocido –¡debe haber tantas cosas buenas que uno de pierde!-. Y ahí está la gracia, en la sorpresa. La columna en cuestión tiene un tono divertido, aparentemente ligero, pero que luego resulta que es un perspicaz retrato de la realidad. Al final uno se dice, -caray, a lo tonto esto es muy fuerte y, además, estoy de acuerdo. El título de su algarabía, o greguería, es, ¿Un tonto jodió a un pueblo?
Siguiendo la moda del pásalo o compártelo, aspiro a que participen de esta divertida e incisiva bulla de Mellado, y después de darle vueltas, hoy lunes, he decidido pegar la parrafada en cuestión, de poco más de 400 palabras. A lo mejor los lectores afortunados de este blog también se sorprenden con el estilo de Mellado y están de acuerdo con los animados brochazos de su retrato. O, a lo mejor, no. La única pega que le pondría a la columna de Mellado está en el título; yo lo hubiera titulado: ¿Va un pueblo a dejarse joder por dos tontos? Si es posible diviértanse, y si discrepan, desahóguense en este mismo blog. Es el riesgo que tenemos que correr los blogueros. Saludos.
“SÍ. Ésta es una expresión muy manchega caída en desuso, quizás porque la estolidez, hoy en día, es una condición demasiado común. Ya en todos los pueblos hay más de uno, de dos y de tres tontos. Un tonto no es un ser maléfico. Muy al contrario, suele ser una persona con buenas intenciones y con una gran capacidad para crear nuevos problemas cuando intenta hallar soluciones. La tontería tiene consecuencias exponencialmente multiplicadoras, como los átomos en la energía de fisión. Dos tontos chocando el uno contra el otro, en la cúpula de un país, pongamos por caso España, tiene efectos aniquiladores para el ánimo nacional y para el correcto funcionamiento de la sociedad que encabezan. Escribo lo anterior mientras pienso en el presidente Zapatero y en el presidente Rajoy (del PP, pero con posibilidades, tal y como está el patio gubernamental, de ser el próximo presidente del Gobierno) y pese a que el listo superviviente que todos llevamos dentro, me dice: « ¿pero qué ganas tú faltando al respeto a dos personas por las que, además, sientes afecto?» Será que uno es más tonto de lo que cree y se rebela al ver tantas tonterías acumuladas en una semana. Sobre todo, de parte del Gobierno. A Zapatero el país se le ha ido de las manos: la anécdota del desastre de la gestión del Alakrana (más vale que no acabe en tragedia) y la abstención del Partido Socialista en Gerona, en la moción para celebrar un referéndum por la independencia, son dos muestras y dos muescas del mal hacer de Zapatero. Su propio Gobierno se le ha ido de las manos: es un secreto a voces que unos ministros no se hablan con otros, con Moratinos y Chacón a la cabeza de la trifulca interna. Sólo han pasado 20 meses desde las últimas elecciones generales y parece que la agonía del Gobierno dura años. ¿Aguantará ZP hasta 2012? Seguro. En política se ha instalado el principio del corcho: gana quien aguanta. ¡Qué horror! ¿Qué haríamos si gana otra vez Zapatero? ¿Pero qué sucedería si vence Rajoy? Si en las últimas elecciones europeas la abstención llegó al 55%, se admiten apuestas para 2012. España se parece más y más a Italia: allí, los partidos históricos, la democracia cristiana y el socialista, acabaron siendo partidas (de gánsteres) y se disolvieron; allí manda la gerontocracia; aquí, de momento, se ha nombrado a un señor de 81 años para regenerar RTVE. Sólo nos falta nuestro Berlusconi.”