El desencanto del G-20
Como recordarán mis fieles lectores –me hace ilusión pensar que puedan existir-, en mi anterior post, poco antes de que el afamado Obama asistiera a la ansiada cumbre del G-20, para luego seguir con su mediático viaje europeo en olor de multitudes, anunciaba que en mi próximo trataría sobre el interesante Plan de Supervisión de las instituciones financieras que se propone implantar el Secretario del Tesoro de Obama, Geithner, así como analizar los acuerdos alcanzados en la citada cumbre de la Crisis.
Sobre esto último, ya adelantaba mi pesimismo, considerando la dispersión de opiniones que ya venían exteriorizando los 27 socios autónomos de ese conglomerado de Estados que constituyen la UE. Decía entonces, que los resultados de la citada cumbre serían como “la prueba del algodón” que nos demostraría si en esta compleja, incluso diría irreal Unión, era posible presentarse como una sola voz frente a los Estados Unidos de Hussein Obama.
Al día siguiente, me puse afanosamente a navegar por la Red buscando información al respecto. Pero sólo encontraba manifestaciones sobre el confuso y desatinado asunto de los Paraísos Fiscales. Pensé que quizá quedaban algunos flecos por perfilar por lo que tardarían algún tiempo más de lo habitual en estos casos. Pasaron los días y nadie, de dentro ni de fuera, proporcionaba información cumplida sobre tan esperado evento. Al parecer, la prueba del algodón indicaba que los muchos 27+3 de la UE, no unidos, no se ponían de acuerdo sobre lo que podrían acordar frente a un Obama representante de unos Estados Unidos de América, evidentemente sí unidos. Ni los periodistas más conspicuos fueron capaces de pergeñar un informe de acuerdos sensato, y sí muchas opiniones variopintas. Lo más concreto que pudieron decir era “que se habían puesto de acuerdo para ponerse de acuerdo”, o que “habían alcanzado el compromiso de –no se sabe cuándo- ponerse de acuerdo”. Esto que digo no es una broma.
Sistemas de supervisión y vigilancia
Respecto al otro tema sobre el que me había propuesto escribir, el Plan de Supervisión de Geithner, dadas las circunstancias, me reitero en lo que inicialmente dije al respecto. Se trata de una oportunísima medida de vigilancia operativa de todas las instituciones financieras, para financieras y de algún tipo de empresas que influyan en el funcionamiento del Sistema de Medios de Pago y Sistema Bancario. Lo nunca visto hasta ahora. Y aunque queda por ver como se llevará a cabo el desarrollo de tan importante plan, con lo que nos han adelantado los medios hasta hora, se podría decir que representa un importante avance digno de consideración por los demás. No es verdad, como han manifestado algunos presuntuosos políticos europeos, de los que habitualmente siempre miran por el encima del hombro a los imperialistas americanos, que el plan Geithner sea un remedo de lo que ya tenemos en la UE. No es posible sacar un modelo representativo de 27 desunidos en esta materia, incluso de los 30 ampliados. Si alguno de los integrantes hubiera ya dispuesto de tal sistema de vigilancia, hubiera actuado de cortafuegos protector del ya condenado virus americano. Habría que decir aquello de “quién esté libre de súper ladrillos, subprime y demás fracasos del Sistema Financiero, que tire la primera piedra”.
Diagnósticos y tratamientos
En mi artículo anterior no disimulaba mi entusiasmado con lo que Obama había dicho en su segunda conferencia de prensa, sobre sus enésimos planes para encauzar la Gran Crisis del III Milenio. Sinceramente, como economista y como ciudadano que intenta emplear el sentido común, creo que lo que en aquella ocasión se dijo sobre el plan Obama, en sí mismo, me sigue pareciendo sensato y bien encaminado: inyectar dinero en el bolsillo de la gente; reducción de impuestos a las familias trabajadoras; estabilizar el mercado de la vivienda; relanzar el flujo del crédito para particulares y pequeños negocios; invitar a los inversores particulares a que sean copartícipes con el Gobierno en la compra de activos de alto riesgo; asegurar que a los bancos no les falte la necesaria liquidez para que el crédito fluya, sin que haya que traicionar las reglas de oro de la gestión bancaria.
Naturalmente, como ocurre en la práctica de la profesión médica, al recetario del tratamiento antes relatado, debió ser consecuencia lógica de un diagnóstico previo: el enfermo económico ya está en la fase de recesión con alarmantes síntomas de deflación. Pronóstico grave, que requiere tratamiento urgente, sin dejar de observar atentamente las reacciones del paciente al aplicarle la medicina prescrita, dada su debilidad. No hay nada peor que los tratamientos a tontas y a locas, en beneficio del encantador de la tribu política de turno.
Reglas de oro de la gestión bancaria
Sobre las prácticas de la profesión de banquero, en ocasiones, pienso que debería dedicar un post de mi bloger personal a tratar sobre las mentadas reglas de oro de la gestión bancaria, que entre otras cosas tratan sobre la liquidez, la solvencia y la rentabilidad; sobre el activo, el pasivo y los recursos propios; sobre el sentido del riesgo y su cobertura; sobre los costes de transformación del dinero al pasar de la mano del banquero que toma, a la mano del banquero que da; sobre las comisiones y la cuenta de resultados. Cosas fundamentales sobre las que se pasa de forma precipitada o no se habla, en los medios.
Hace bastantes años escribí un librito, sobre esta cuestión, para la Fundación Universidad Empresa, titulado Trabajar en La Banca. En el fondo, poco o muy poco, han cambiado las cosas desde entonces. El problema sigue estando, como entonces, en la regulación de la operatoria bancaria y en esos farragosos planes contables que, como herramientas últimas, intentan perseguir, con la lengua fuera, siempre a la zaga, a la llamada ingeniería financiera. Porque la complicación comenzó cuando de la banca universal de siempre se desgajaron los bancos especializados, cuando otros muchos se metieron a seudo banqueros a base de descomponer el riesgo en tantos derivados que, a la hora de la verdad, el riesgo estaba perdido, missing. Y lo peor ha sido que, todas estas nuevas actividades desgajadas o maquinadas, no formaron parte de paquete regulador de la banca de siempre. O sea, los reguladores o inspectores del banco central correspondiente, no estaban concernidos y no tenían por qué vigilarlas. Eso dio lugar a que nacieran una serie de organismos reguladores ad hoc, descoordinados, cada uno con su librillo y autonomía. O sea, un galimatías, como el de esta ocasión, que una vez más ha puesto en evidencia los fallos de los sistemas de vigilancia. Porque esta no es la primera crisis bancaria que padecemos; esta de ahora es la tercera que me ha tocado vivir, que yo recuerde a bote pronto.
La profesión de banquero no se puede improvisar
Pero otra cosa que no quiero dejar de mencionar, al menos de pasada, bien relacionada con lo que vengo comentando, es que, como la historia remota y reciente viene demostrando reiteradamente, la profesión de banquero no se puede improvisar. Y he aquí que tenemos que más de la mitad del Sistema Bancario español, en términos de balances, está detentado por políticos y sindicalistas, que en definitiva, por la gracia del poder político, ejercen de banqueros para lo haga menester. Naturalmente que me estoy refiriendo a esa extraña y particular institución financiera española, llamada Caja de Ahorro, Cooperativa, Rural, Mutua, Colegial Profesional, etc., etc. Recuerdo como los bancarios y banqueros de mi tiempo padecían el santo temor de la inspección del BDE. No creo que a los consejeros y gerentes de esas instituciones financieras, ungidos por el poder político, les infunda mucho temor unos funcionarios inspectores que, a fin de cuentas, dependen jerárquicamente de ellos. ¡Ay de los principios de auditoría independiente! Dejo aquí esta endiablada cuestión, solo apuntada para mejor ocasión.
Apartar, sin confundir, a las manzanas podridas
Naturalmente, sigo estando de acuerdo con Obama en aquello de que una economía basada en la especulación desenfrenada, en la inflación de los precios de la vivienda y el uso desordenado de las tarjetas de crédito, no crea riqueza consolidada; lo que crea es una peligrosa ilusión de prosperidad. Creo que Obama estuvo también acertado al criticar duramente a ciertos banqueros y ejecutivos de Wall Street, al reprocharles directamente, identificándolos, que se enriquecieran a costa de los contribuyentes. Creo que cuando así hacia, no iba contra todo el Sistema Bancario, sino que pretendía apartar las manzanas podridas.
Y en este punto conviene hacer una precisión. Una cosa es criticar, apuntando con transparencia a interfectos claramente identificados, y otra muy distinta es que la nueva ministra Salgado, al parecer nuevo brazo subordinado de los planes personales del economista Zapatero, lance una insinuante campaña de culpabilidad contra la Banca. Quiero resaltar que en esta ocasión la miembra del Gobierno no se dirigía a las genéricas instituciones financieras, como hace cuando conviene –que comprende bancos y cajas-, sino específicamente a los bancos, con un mensaje admonitorio, por el que se la instaba a que deben “ayudar” –enigmática palabra puesta en este contexto- a las familias y las empresas para salir de la crisis española. Cabe preguntarse, ¿pueden y deben los bancos, en particular, llevar a cabo esta misión, a calzón quitado? ¿Acaso no suena esto a invitación irresponsable para resucitar las temibles subprimes, o créditos como sea? Además sugiere que, de hecho, se está marcando una cabeza de turco propiciatoria –con perdón para los turcos.
Pirómanos y bomberos
Los de siempre contra la Banca, no han desaprovechado la ocasión y enseguida se han hecho eco del sutil mensaje. Y cierta ciudadanía adicta ya asume la acusación con revolucionario entusiasmo. En cualquier momento tenemos un desfile del club de la zeja (^) pidiendo acción. Me imagino que MAFO –por si alguien todavía no lo sabe se trata de Miguel Ángel Fernández Ordoñez, gobernador del Banco de España- que, finalmente, como corresponde, ha decidido desplegar su cargo, digamos, en toda su extensión, deberá estar aterrado viendo venir la que se puede liar si esta destructora bola de fuego, tapadera mal traída para arropar el pozo de toxicidad y dinamita que anida en el otro numeroso grupo de las instituciones financieras, las Cajas. Pero ya sabemos que hay ciertos pirómanos que lo son porque luego les encanta actuar de bomberos.
Y sigo estando de acuerdo con la actitud beligerante de Obama ante la crisis porque, a diferencia de los líderes políticos de la UE, que afirman que están seguros de que saldremos de esta Crisis –piensan, siempre que ha llovido ha escampado-, sin concretar con qué medidas salidas de sus manos, y como digo, Obama lo intenta, se equivoca y vuelve a intentarlo. Pero la pregunta con sentido que procede hacerse es, ¿en qué condiciones saldremos de esta situación? Es decir, ¿cuál será la posición relativa de la UE en general, y de España en particular, frente al nuevo mundo por el que nos tocará transitar?