Los líderes de la tierra del G8 se reunieron en Heiligendamm, norte de Alemania, para debatir, en esta ocasión, sobre el enigmático problema de moda: ¿Calentamiento o Cambio Climático? Lograron sólo un acuerdo de mínimos sobre el “Cambio” -¿cosa distinta del Calentamiento?-. En la foto salieron Japón, Canadá, Francia, Rusia (invitada), Alemania (anfitriona A Merkel), USA, RU, Italia, Comisión Europea (JM Durao Barroso).
El mínimo avance lo “regaló” USA que salvó a la cumbre del fiasco, o sea Bush -el “diablo” perseguido por las hordas anti todo- que admite –ah, novedad sospechosa- que hay que reducir la emisión industrial de gases de efecto invernadero que debe ser gestionada por la ONU –vaya embolado que le endosa al organismo más inútil que se conoce, ¿será una venganza por todas las putadas que el organismo internacional, que más países no democráticos acoge en su seno, le ha hecho a Bush?-.
Los científicos siguen con su cantinela de extrapolar cifras utilizando misteriosos modelos: “de seguir la tendencia actual, la temperatura aumentará entre 1’4 y 5’8 grados en el año 2100”. Ahí queda eso. Para esa horquilla y esa fecha, todos calvos. No se lo ponen difícil.
El hecho es que el G8 de 9/06/07, ni adopta recortes cuantificables, ni tampoco hace referencia a los datos de 1990. Según lo acordado, las negociaciones sobre las medidas a tomar deberán iniciarse en la cumbre del clima de la ONU que se celebrará en diciembre de 2009. Lo que resulte de esos debates deberá sustituir al manido e indigesto Protocolo de Kyoto firmado en 1997 y que expira en 2012.
Los de Greenpeace, que son unos chicos listos y oportunistas –ahora toca la moda del clima, antes los derechos humanos- han calificado el acuerdo de Heili –para abreviar- de “ridículo, menos de poco”; “lo único que han hecho es posponer el problema”. Caramba, que otra cosa se puede hacer sobre un asunto que no está nada claro y que, lo tomes por donde lo tomes, las cuentas salen insoportables. Como tienen muchos paganos –de dinero- interesados en remover el cotarro, los chicos de GP llevaron a cabo la protesta más espectacular a base de lanchas rápidas perseguidas por las de la policía alemana. En la persecución de cine, dos lanchas de GP, que pasaron la línea de seguridad –estos chicos adinerados siempre lo consiguen-, chocaron entre sí. Tres personas resultaron heridas, 21 fueron detenidas y 11 embarcaciones fueron incautadas; esto no supone un problema económico para estos snob-boys, que siempre tienen quien les eche una mano -llena de dinero-.
Como viene siendo habitual, el más entusiasta de la peña –entiéndase, cumbre- ha sido Tony Blair. En cambio, el recién estrenado presidente francés Sarko, no se dejó llevar por la corriente –se nota que es otra cosa, que apreciamos-: “Si me quieren ver decir que podríamos haberlo hecho mejor, entonces diré que sí. Quiero hablar francamente”.
Como siempre, la cumbre estuvo asediada por las manifestaciones violentas “anti-todo”. Que gran labor logística llevan a cabo los organizadores de estas “fiestas”, como vienen demostrando desde hace varios años transportando y coordinando a miles de personas a los cuatro puntos cardinales. Y todo esto debe costar un pastón. Pregunta del millón: ¿quién paga todo esto?
Y ahora pasemos describir el telón de fondo anunciado aprovechando los brochazos que nos lanzan los sabios de la nueva “ciencia del clima”. La Sra. Brutland fue quien acuño, en 1987, el concepto de “desarrollo sostenible” (DS), en el célebre informe Nuestro futuro común, por encargo de la ONU. Veinte años después del DS, en muchos sentidos los problemas ecológicos han aumentado en el mundo en desarrollo –forma eufemística de referirse a los países pobres.
Cinco años después del informe Nuestro futuro común se produjo la cumbre de Río en 1992, donde se firmó la Convención del Clima y la Convención de la Biodiversidad. Luego tuvimos el Protocolo de Montreal sobre la capa de ozono. Caramba, nunca he visto tanta palabrería mágica, ni siquiera entre los de mi profesión, o sea aquellos economistas de los años 60/70, ya felizmente superada. Ahora resulta que todos los comunicadores profesionales han rehabilitado y adoptado la citada jerga, incorporándole la nueva cosecha de los profesionales de la publicidad trufada de eslóganes al uso de los progres “anti-todo”.
La señora Brutland afirma algo que suena muy políticamente correcto, entre tantos pronósticos y adivinanzas catastrofistas: “Necesitamos superar la pobreza –Dios, que descubrimiento-. Tenemos que superar la pobreza para ser capaces de cuidar el medio ambiente –claro, claro, si no, no valdría la pena superar la pobreza-. Porque la gente se ve obligada a destruir sus recursos naturales con el fin de sobrevivir”. Como se puede ver, la suprema razón que en el futuro orientará nuestros afanes será: “cuidar el medio ambiente”. Allá, en la cúspide.
En una entrevista publicada en El Mundo (9/06/07), la entrevistadora Tana Oshima informa que el nuevo papel de la Sra. Brutland es el de “dialogar” –como no- con los dirigentes del mundo –que barbaridad- para que tomen medidas contra el “calentamiento global”. Ante esa afirmación, a la entrevistadora le surge, como un disparo a boca jarro, la siguiente pregunta/comentario: “Así que ahora se añade el problema del cambio climático”. O sea, lo que faltaba para complicar la cosa. Hasta ahora hablábamos de calentamiento, pero en vista de los huracanes Katrina, el Niño y la Niña –que aguanta todo lo que le echen- las inundaciones por todos sitios -¿se hablaba de sequía?- y, simultáneamente, las terribles nevadas que todavía, a finales de mayo, asolan enormes extensiones de terreno.
En fin, en adelante, deberemos estar atentos sobre con qué asunto nos están exorcizando los expertos del Panel y de las múltiples Plataformas que se extienden como una plaga por todo el mundo: cambio o calentamiento; calentamiento o cambio. Ojo. Las alarmas sobre las catástrofes se desarrollan sobre una gran variedad de temas. Así, la Sra. Brutland advierte: “El Norte está mejor que hace 20 años –digo yo: el invierno pasado los rusos pasaron menos frío y ahorraron gastos de calefacción; y en el pasado mayo disfrutaron de un verano tipo mediterráneo- pero África está mucho peor”. Y continua la experta: “El mundo rico no cumplió sus promesas con el mundo pobre. China, Brasil y la India deberán formar parte de la solución”.
Ante esa afirmación por la que los nuevos ricos, después de siglos de pobreza, los meten en el saco de los sacrificios al dios clima, la pregunta clave que me hago es: ¿estarán dispuestas estas nuevas potencias económicas, en auténtico desarrollo –sin eufemismos- a echar el freno ahora que ya están tocando las mieles del primer mundo? –Y entre tanto en Latinoamérica con la revolución pendiente de la TL (teología de la liberación)- No resulta difícil imaginarse su inquietante pregunta: “¿pero estamos seguros que todo este lío del calentamiento y ahora del cambio se debe al desarrollo económico?” Si es así, no resultaría descabellado esperar que los nuevos ricos argumenten en su defensa: “Pues ahora nos toca a nosotros; no estamos dispuestos a retroceder a los años de la miseria”. Claro, tampoco los agricultores de la UE y USA están dispuestos a renunciar a las subvenciones para facilitar las exportaciones de los “países en desarrollo”. Todo esto parece un rompecabezas endiablado, en manos de los súper expertos de la nueva ciencia suprema del clima.
Según la Sra. Brutland: “ahí están las evidencias, el mundo se enfrenta a cambios drásticos y tenemos que hacer algo”. Y acaba cerrando toda posibilidad de debate afirmando: “Ya no hay que debatir sobre el cambio climático en sí porque eso ya esta hecho”. “Y punto”, como diría cualquier ministra de educación de un país desarrollado.
La entrevistadora no pierde ocasión de meterle los dedos a la experta: “¿Cómo ve el escenario de la era pos-Kyoto? ¡Atención, ya viene la era pos-Kyoto! Veamos de qué se trata. “Va a ser crítico. En diciembre se celebrará la Conferencia de las Partes en Bali (sobre el cambio climático), donde se debatirá lo que va a ocurrir en 2008 y 2009. Para 2010 se tendrá que haber ratificado un nuevo acuerdo. Es necesario que se establezcan nuevas negociaciones y probablemente mejorar las bases para que participen más países”. Nunca había visto y leído mayor ausencia de humildad característica de los “sabios científicos”. Es la nueva dictadura de los catastrofistas del calentamiento y del cambio.
Pero vean como no faltan quienes estén dispuestos a rematar la faena. Así, el chileno Ricardo Lagos –ya ha encontrado un nuevo enchufe como mandarín de la ONU- y el senador Timothy Worth –los senadores americanos tienen muchas salidas- actual director de la Fundación Naciones Unidas –sí señor, existe también una Fundación- ya tiene dicho como deberá ser –así, futuro simple- como deberá ser el nuevo acuerdo posterior a Kyoto: “A las medidas ya existentes deberán añadirse la eficiencia energética, la lucha contra la deforestación y las energías alternativas no contaminantes”. Pues que se vayan preparando los gobiernos democráticos o no, a someterse a esta nueva dictadora –no del proletariado- del nuevo gobierno mundial –estamos más cerca de la gran utopía del Gobierno Mundial…. del Clima- dispuesto a poner de vuelta y media al mundo mundial. Como es natural, ante este tremendo programa de certezas futuras, la Sra. Brutland termina afirmando: “Así que sí, tenemos mucho que hacer”.
Después de este agotador análisis de la situación, lo dejaremos aquí. Pero prometo continuar con este asunto que ofrece mucha tela que cortar, aunque sólo sea para dejar de prestarle atención a la vieja e insoportable batalla que los políticos están librando sobre ETA, esa que no deja de matarnos y atemorizarnos desde hace más de 40 años. Algunos repiten aquella nostálgica frase del posfranquismo: “contra ETA se vive mejor –da réditos/nueces-. ¡Miserables criaturas! Ahora más que nunca resulta de grata eufonía la antigua y siempre actual petición: “que la paz sea con nosotros”. Amén.
El mínimo avance lo “regaló” USA que salvó a la cumbre del fiasco, o sea Bush -el “diablo” perseguido por las hordas anti todo- que admite –ah, novedad sospechosa- que hay que reducir la emisión industrial de gases de efecto invernadero que debe ser gestionada por la ONU –vaya embolado que le endosa al organismo más inútil que se conoce, ¿será una venganza por todas las putadas que el organismo internacional, que más países no democráticos acoge en su seno, le ha hecho a Bush?-.
Los científicos siguen con su cantinela de extrapolar cifras utilizando misteriosos modelos: “de seguir la tendencia actual, la temperatura aumentará entre 1’4 y 5’8 grados en el año 2100”. Ahí queda eso. Para esa horquilla y esa fecha, todos calvos. No se lo ponen difícil.
El hecho es que el G8 de 9/06/07, ni adopta recortes cuantificables, ni tampoco hace referencia a los datos de 1990. Según lo acordado, las negociaciones sobre las medidas a tomar deberán iniciarse en la cumbre del clima de la ONU que se celebrará en diciembre de 2009. Lo que resulte de esos debates deberá sustituir al manido e indigesto Protocolo de Kyoto firmado en 1997 y que expira en 2012.
Los de Greenpeace, que son unos chicos listos y oportunistas –ahora toca la moda del clima, antes los derechos humanos- han calificado el acuerdo de Heili –para abreviar- de “ridículo, menos de poco”; “lo único que han hecho es posponer el problema”. Caramba, que otra cosa se puede hacer sobre un asunto que no está nada claro y que, lo tomes por donde lo tomes, las cuentas salen insoportables. Como tienen muchos paganos –de dinero- interesados en remover el cotarro, los chicos de GP llevaron a cabo la protesta más espectacular a base de lanchas rápidas perseguidas por las de la policía alemana. En la persecución de cine, dos lanchas de GP, que pasaron la línea de seguridad –estos chicos adinerados siempre lo consiguen-, chocaron entre sí. Tres personas resultaron heridas, 21 fueron detenidas y 11 embarcaciones fueron incautadas; esto no supone un problema económico para estos snob-boys, que siempre tienen quien les eche una mano -llena de dinero-.
Como viene siendo habitual, el más entusiasta de la peña –entiéndase, cumbre- ha sido Tony Blair. En cambio, el recién estrenado presidente francés Sarko, no se dejó llevar por la corriente –se nota que es otra cosa, que apreciamos-: “Si me quieren ver decir que podríamos haberlo hecho mejor, entonces diré que sí. Quiero hablar francamente”.
Como siempre, la cumbre estuvo asediada por las manifestaciones violentas “anti-todo”. Que gran labor logística llevan a cabo los organizadores de estas “fiestas”, como vienen demostrando desde hace varios años transportando y coordinando a miles de personas a los cuatro puntos cardinales. Y todo esto debe costar un pastón. Pregunta del millón: ¿quién paga todo esto?
Y ahora pasemos describir el telón de fondo anunciado aprovechando los brochazos que nos lanzan los sabios de la nueva “ciencia del clima”. La Sra. Brutland fue quien acuño, en 1987, el concepto de “desarrollo sostenible” (DS), en el célebre informe Nuestro futuro común, por encargo de la ONU. Veinte años después del DS, en muchos sentidos los problemas ecológicos han aumentado en el mundo en desarrollo –forma eufemística de referirse a los países pobres.
Cinco años después del informe Nuestro futuro común se produjo la cumbre de Río en 1992, donde se firmó la Convención del Clima y la Convención de la Biodiversidad. Luego tuvimos el Protocolo de Montreal sobre la capa de ozono. Caramba, nunca he visto tanta palabrería mágica, ni siquiera entre los de mi profesión, o sea aquellos economistas de los años 60/70, ya felizmente superada. Ahora resulta que todos los comunicadores profesionales han rehabilitado y adoptado la citada jerga, incorporándole la nueva cosecha de los profesionales de la publicidad trufada de eslóganes al uso de los progres “anti-todo”.
La señora Brutland afirma algo que suena muy políticamente correcto, entre tantos pronósticos y adivinanzas catastrofistas: “Necesitamos superar la pobreza –Dios, que descubrimiento-. Tenemos que superar la pobreza para ser capaces de cuidar el medio ambiente –claro, claro, si no, no valdría la pena superar la pobreza-. Porque la gente se ve obligada a destruir sus recursos naturales con el fin de sobrevivir”. Como se puede ver, la suprema razón que en el futuro orientará nuestros afanes será: “cuidar el medio ambiente”. Allá, en la cúspide.
En una entrevista publicada en El Mundo (9/06/07), la entrevistadora Tana Oshima informa que el nuevo papel de la Sra. Brutland es el de “dialogar” –como no- con los dirigentes del mundo –que barbaridad- para que tomen medidas contra el “calentamiento global”. Ante esa afirmación, a la entrevistadora le surge, como un disparo a boca jarro, la siguiente pregunta/comentario: “Así que ahora se añade el problema del cambio climático”. O sea, lo que faltaba para complicar la cosa. Hasta ahora hablábamos de calentamiento, pero en vista de los huracanes Katrina, el Niño y la Niña –que aguanta todo lo que le echen- las inundaciones por todos sitios -¿se hablaba de sequía?- y, simultáneamente, las terribles nevadas que todavía, a finales de mayo, asolan enormes extensiones de terreno.
En fin, en adelante, deberemos estar atentos sobre con qué asunto nos están exorcizando los expertos del Panel y de las múltiples Plataformas que se extienden como una plaga por todo el mundo: cambio o calentamiento; calentamiento o cambio. Ojo. Las alarmas sobre las catástrofes se desarrollan sobre una gran variedad de temas. Así, la Sra. Brutland advierte: “El Norte está mejor que hace 20 años –digo yo: el invierno pasado los rusos pasaron menos frío y ahorraron gastos de calefacción; y en el pasado mayo disfrutaron de un verano tipo mediterráneo- pero África está mucho peor”. Y continua la experta: “El mundo rico no cumplió sus promesas con el mundo pobre. China, Brasil y la India deberán formar parte de la solución”.
Ante esa afirmación por la que los nuevos ricos, después de siglos de pobreza, los meten en el saco de los sacrificios al dios clima, la pregunta clave que me hago es: ¿estarán dispuestas estas nuevas potencias económicas, en auténtico desarrollo –sin eufemismos- a echar el freno ahora que ya están tocando las mieles del primer mundo? –Y entre tanto en Latinoamérica con la revolución pendiente de la TL (teología de la liberación)- No resulta difícil imaginarse su inquietante pregunta: “¿pero estamos seguros que todo este lío del calentamiento y ahora del cambio se debe al desarrollo económico?” Si es así, no resultaría descabellado esperar que los nuevos ricos argumenten en su defensa: “Pues ahora nos toca a nosotros; no estamos dispuestos a retroceder a los años de la miseria”. Claro, tampoco los agricultores de la UE y USA están dispuestos a renunciar a las subvenciones para facilitar las exportaciones de los “países en desarrollo”. Todo esto parece un rompecabezas endiablado, en manos de los súper expertos de la nueva ciencia suprema del clima.
Según la Sra. Brutland: “ahí están las evidencias, el mundo se enfrenta a cambios drásticos y tenemos que hacer algo”. Y acaba cerrando toda posibilidad de debate afirmando: “Ya no hay que debatir sobre el cambio climático en sí porque eso ya esta hecho”. “Y punto”, como diría cualquier ministra de educación de un país desarrollado.
La entrevistadora no pierde ocasión de meterle los dedos a la experta: “¿Cómo ve el escenario de la era pos-Kyoto? ¡Atención, ya viene la era pos-Kyoto! Veamos de qué se trata. “Va a ser crítico. En diciembre se celebrará la Conferencia de las Partes en Bali (sobre el cambio climático), donde se debatirá lo que va a ocurrir en 2008 y 2009. Para 2010 se tendrá que haber ratificado un nuevo acuerdo. Es necesario que se establezcan nuevas negociaciones y probablemente mejorar las bases para que participen más países”. Nunca había visto y leído mayor ausencia de humildad característica de los “sabios científicos”. Es la nueva dictadura de los catastrofistas del calentamiento y del cambio.
Pero vean como no faltan quienes estén dispuestos a rematar la faena. Así, el chileno Ricardo Lagos –ya ha encontrado un nuevo enchufe como mandarín de la ONU- y el senador Timothy Worth –los senadores americanos tienen muchas salidas- actual director de la Fundación Naciones Unidas –sí señor, existe también una Fundación- ya tiene dicho como deberá ser –así, futuro simple- como deberá ser el nuevo acuerdo posterior a Kyoto: “A las medidas ya existentes deberán añadirse la eficiencia energética, la lucha contra la deforestación y las energías alternativas no contaminantes”. Pues que se vayan preparando los gobiernos democráticos o no, a someterse a esta nueva dictadora –no del proletariado- del nuevo gobierno mundial –estamos más cerca de la gran utopía del Gobierno Mundial…. del Clima- dispuesto a poner de vuelta y media al mundo mundial. Como es natural, ante este tremendo programa de certezas futuras, la Sra. Brutland termina afirmando: “Así que sí, tenemos mucho que hacer”.
Después de este agotador análisis de la situación, lo dejaremos aquí. Pero prometo continuar con este asunto que ofrece mucha tela que cortar, aunque sólo sea para dejar de prestarle atención a la vieja e insoportable batalla que los políticos están librando sobre ETA, esa que no deja de matarnos y atemorizarnos desde hace más de 40 años. Algunos repiten aquella nostálgica frase del posfranquismo: “contra ETA se vive mejor –da réditos/nueces-. ¡Miserables criaturas! Ahora más que nunca resulta de grata eufonía la antigua y siempre actual petición: “que la paz sea con nosotros”. Amén.
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