viernes, 1 de julio de 2011

En desagravio a Córdoba

Es demasiado mostrenco despreciar a Córdoba por razones políticas torticeras. No me puedo quedar indiferente. Si las comparaciones pueden llegar a ser odiosas, más odiosa resulta esa loca pretensión de comparar un ente artificial, de diseño del mercantilismo político, un carcinoma maligno, llamado Donostia, que ha echado fuera de la historia patria el puerto de Castilla, nuestra querida San Sebastian.

Dedicaré todo el tiempo que mi ánimo me pida a desbaratar semejante despropósito comparativo, recurriendo, en las presentes circunstancias, a medir la abismal diferencia cultural que existe entre ese ente artificial y la Córdoba que se sustenta, por siglos, por cuatro poderosas columnas: Séneca, Osio, Averroes Y maimónides.

Nadie mejor que Don luis de Góngora para comenzar esta gratificante andadura de desagravio.

A Córdoba

¡Oh excelso muro, oh torres coronadas
de honor, de majestad, de gallardía!
¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,
de arenas nobles ya que no doradas!
¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas
que privilegia el cielo y dora el día!
¡Oh siempre gloriosa patria mía,
tanto por plumas cuanto por espadas!
Si entre aquellas ruinas y despojos
que enriquece Genil y Dauro baña
tu memoria no fue alimento mío,
nunca merezcan mis ausentes ojos
ver tu muro, tus torres y tu río,
tu llano y sierra, ¡oh patria!, ¡oh flor de España!

Luis de Góngora y Argote

No hay comentarios:

Publicar un comentario