sábado, 14 de abril de 2007

Kyoto, la flecha lanzada sobre un blanco incierto

Desde hace unos años todo lo relacionado con el cambio climático, o sea el recalentamiento de la Tierra o el efecto invernadero, está siendo objeto de un acalorado debate. La discusión traspasa el ámbito académico, y se sitúa en un terreno donde las presiones políticas y los intereses económicos -la mayor parte de las veces no visibles para el ciudadano normal- adquieren una importancia sobresaliente. Pero el hecho es que estas cuestiones de moda constituyen el principal argumento -¿o coartada?- para remover el cotarro propio de ciertos grupos de ecologistas con intereses no muy claros y políticos ávidos de arrastrar votos. Precisamente, la falta de unicidad en las conclusiones de los diferentes estudios sobre el cambio climático, es la causa de que se produzcan posicionamientos en pro y en contra de las hipótesis que señalan la influencia humana como responsable del problema.

La situación ha llegado a un punto en el que se ha llegado a insinuar que, en determinados casos, se han favorecido estudios en uno u otro sentido según sus conclusiones favorezcan determinados posicionamientos que puedan luego verse beneficiados de importantes apoyos políticos y económicos. El otro cotarro está en el movimiento anti globalización. Uno y otro, cambio climático y anti globalización –este último ha cedido protagonismo al anterior-, son las dos grandes movidas de las pasarelas de la moda sociopolítica. Cotarros o movidas tienen su evidente proyección en el ámbito económico, aunque se haga lo posible por camuflar sus imprevisibles consecuencias.

Esta historia del cambio climático, en estos momentos está en una situación que me recuerda a “el jardín de senderos que se bifurcan” del cuento caótico de Borges (Ficciones, Alianza 1998). Según la información que por el momento nos ofrecen los científicos, realmente estamos en una encrucijada de la que parten diferentes caminos que, a su vez proliferan y se bifurcan. Por la teoría de la toma de decisiones del análisis estratégico, sabemos que, según el camino que escojamos crearemos diferentes porvenires, diversos tiempos, distintas consecuencias. Con esto se nos advierte que el laberinto que en este momento tenemos a la vista, es una imagen, aunque no falsa, pero sí incompleta. Sin embargo la impresión que se saca del inquietante Protocolo de Kyoto del año 1997, corroborado por los ya famosos IPCC de los expertos de la ONU, es que ya tenemos tomada una decisión grave, cuya característica es que es, irreversible y costosa. Aunque esto debiera significar una llamada a la prudencia, sin embargo da la impresión que la flecha ya está lanzada.

Lo que me propongo no es hacer una aportación científica sobre la debatida cuestión del cambio climático, labor que humildemente dejo a los científicos en la materia -yo no lo soy en este campo-, sino comunicar, a los que quieran leer este post, mi notable preocupación, desde hace algún tiempo, por las graves consecuencias que puede tener la toma de decisiones sobre un problema que aún no sabemos si realmente es un falso problema.

Resulta curioso ver como todo el mundo sigue ciegamente por la senda de los elefantes, sin reparar un minuto en comprobar cuanto fundamento existe en estas grandes cuestiones de las que se pide que se acepten sin rechistar. Llama la atención que haya tanta gente que se apunta a la moda, repitiendo la cantinela sin más. Hay que decir que de esta adhesión multitudinaria, que toma la categoría de fenómeno, resultan víctimas propiciatorias muchos de los profesionales de los medios de difusión. La verdad es que resulta muy difícil no caer en las redes de estas grandes operaciones de verdadero pensamiento único. A fuerza de verlo y oírlo continuamente en todos sitios, uno acepta que se trata de una verdad indiscutible, precisamente ahora que parece que todo el mundo está de acuerdo en que no existen verdades absolutas, ni en la Ciencia.

Por ejemplo, y con el objeto de introducir una duda ante tantas certezas, probemos a navegar por Internet -la tan discutida Internet, precisamente paradigma de la globalización- lugar donde se puede encontrar todo lo malo y perverso de nuestro mundo -si uno se lo propone-, también se encuentra lo más valioso. Por ejemplo, en el terreno de la Ciencia, se pueden encontrar fuentes de información que antes considerábamos impensables, reservadas sólo para privilegiados súper científicos. Y precisamente ahí, en Internet, se pueden encontrar numerosas informaciones procedentes de instituciones prestigiosas que dejan, para quien lo quiera ver y verificar, que existen otras opiniones distintas de las consagradas como indiscutibles. Con ello, Internet esta haciendo realidad el hecho de que la Ciencia será la nueva gran cultura universal del siglo XXI. Entre los muchos "sitios" que se podrían recomendar, en mi caso me referiré a uno que yo suelo visitar llamada BorNet, que ofrece una buena revistas sobre la ciencia, para entender, hecha a la medida de no especialistas, como yo (http://www.bornet.es/news/climatología/) .

Pues bien, en esta revista uno se puede enterar de que los rayos cósmicos, que están regulados por las variaciones del flujo del viento solar, actúan sobre la atmósfera terrestre ejerciendo una importante influencia sobre la formación de las nubes. Este fenómeno no pasaría de ser uno más de los que hoy nos ofrecen las páginas especializadas de los periódicos, si no fuera por que, de confirmarse dicho fenómeno, las estimaciones actuales sobre el papel de los gases de efecto invernadero en el calentamiento de la Tierra tendrían que ser revisadas.

Se tiene comprobado que la intensidad de rayos cósmicos que inciden sobre la Tierra sufre oscilaciones apreciables, teniendo como causa principal las variaciones del flujo del viento solar emitido. Esto es debido a que el viento solar actúa como escudo protector de los rayos cósmicos. Es decir, en los periodos con una mayor emisión de viento solar -que coincide con la aparición de mayor número de manchas solares- se aprecia una menor llegada de rayos cósmicos a la Tierra.

Describir la fase siguiente de este proceso se complica de manera considerable, sobre todo cuando uno no es un científico especialmente preparado en este campo. Así, la incidencia de los rayos cósmicos en la atmósfera provoca fenómenos de ionización por colisión, que son más intensas en las capas superiores de la atmósfera y disminuye a medida que se desciende. A su vez está relacionado con la producción de aerosoles -partículas pequeñísimas de líquidos o sólidos suspendidas en el aire, entre las que se encuentran polvo, sal marina, hollín, restos de combustión de materias orgánicas, sulfatos, nitratos, etc.-. Es decir, se piensa que los rayos cósmicos influyen en la formación de micro partículas de hielo en las nubes altas, ya que los aerosoles actúan como núcleos de condensación de nubes lo que permite su formación. O sea, en los procesos microfísicos de formación de las nubes, son necesarias la presencia de partículas micrométricas -con afinidad con el agua- para que se produzcan su formación.

Existen satélites artificiales específicos para observar los procesos de la formación y comportamiento de las nubes (International Satellite Cloud Project, ISCCP) que permiten comprobar que existe una correlación significativa entre la intensidad de los rayos cósmicos y la frecuencia de las nubes bajas -están situadas a altitudes inferiores a los 3.200 metros-.

La conclusión de todas estas observaciones sobre las nubes es que, el efecto de la capa nubosa sobre el balance de radiación recibida/emitida por la Tierra, varía en función del tipo de nube. Así, aquellas de pequeño grosor situadas a altitudes medias y altas favorecen el calentamiento global, ya que son relativamente transparentes. Sin embargo, si se observan las nubes de mayor grosor o las situadas en las capas bajas de la atmósfera, se aprecia que predomina el efecto reflexión de las radiaciones recibidas frente a la energía que impiden se irradie al espacio. Como el incremento en los rayos cósmicos, regulados por la disminución de la actividad solar, estaría asociado a incrementos en la formación de nubes bajas, lo que favorecería un enfriamiento relativo de las temperaturas en superficie y viceversa.

Para estudiar a fondo el complicado mecanismo antes descrito, están implicadas 17 instituciones y universidades internacionales que tienen destinados a esta tarea a sus mejores científicos en al llamado Proyecto CLOUD (Cosmics Leaving Outdoor Droplets). Entre los países a las que pertenecen las citadas instituciones y universidades figuran: Dinamarca, Noruega, Suiza, Finlandia, Rusia, Reino Unido, Alemania, Estados Unidos y Austria.

En fin, es posible que con este aluvión de información con argumentos “alternativos” a los que frecuentemente se suelen utilizar, de forma concluyentemente, sobre las causas del calentamiento de nuestro planeta, lo que haya conseguido haya sido complicarle la vida a algunas personas que tienen ya adoptado su esquema de causas. En realidad se trata de ofrecer una invitación a la reflexión sobre el peligro que representa ignorar las otras fuentes de información que, en realidad no han sido perversamente “construidas” como una antítesis de las generalmente aceptadas, sino como una llamada a la prudencia.

Son lamentables las noticias que con alguna frecuencia aparecen en los medios de comunicación sobre la presión, incluso mediante amenazas de muerte, que han sufrido aquellas personas, científicos o no, que han osado aportar simplemente, presentar otras opiniones. En principio, y a reserva de la información que todavía necesitamos descubrir y comprender, como economista, me preocupa, de forma notable, las consecuencias sociales y económicas que pueden tener, no sólo para los países desarrollados, sino especialmente para los que están en vías de, de llevar hasta sus últimas consecuencias los acuerdos de Kyoto. El último informe del ya famoso IPCC de los expertos de la ONU sobre este debatido tema, en principio, me parece más de lo mismo y, no me importa decirlo, me parece una invitación a tomar a ciegas un sendero que no está suficientemente iluminado.

Creo que se están tomando acciones acaloradamente, en las que duda la prudencia. Como decía Gracián “la prudencia no admite probabilidades”. Lo peor de todo es que la flecha lanzada de Kyoto, es una decisión tomada en un ambiente en el que no se admiten discrepancias interiores, condición en la que las cosas suelen terminar mal . Los famosos paneles oficiales hablan con demasiada facilidad, por lo que se corre el riesgo de que, en cualquier momento, sean vencidos y convencidos por los que discrepan. ¿Por qué tanta prisa sin darle oportunidad a la discrepancia, a la profundización. Sería lamentable que esto resultara la fiesta de los necios del destiempo.

martes, 10 de abril de 2007

DESF Diálogo estratégico con el futuro


Para los que tengan especial interés en los temas de Estrategia Empresarial, puede ser de utilidad pulsar el siguiente vínculo:http://www.mansocoronado.com/, donde encontrarán una barra de navegación que le guiará al encuentro de numerosos artículos sobre la acción estratégica empresarial clasificados por la naturaleza del tema tratado.
Figura: Pericles el primer estratego 495 adC- 429 adC) (en gr. Περικλης, “rodeado de gloria”)

lunes, 9 de abril de 2007

Los omeyas cordobeses, la dinastía rebelde frente al resto del Islam, ahora glorificada por oportunismo histórico-político

Cuando nos acercamos a la Historia con respeto y sin perversas pretensiones, siguiendo a Cicerón, puede llegar a ser “maestra de la verdad, testigo del pasado, aviso del presente y advertencia del porvenir”. Con este anhelo, pretendo repasar, de la mano de historiadores honestos, la dramática historia de los omeyas cordobeses, sacudiéndola, en la medida de lo posible, de todas las adherencias y adornos empalagosos, tanto de interés localista, como de las manipulaciones del presente, de aquellos que, después de menospreciarlos durante siglos, ahora los quieren utilizar para mayor gloria de la cultura musulmana y sólo musulmana. Aquellos ameyas del estandarte blanco, considerados siempre por los integristas puros como corrompidos, malos musulmanes, que vivieron cercados por el norte cristiano para ser, finalmente, exterminados por sus hermanos fanáticos del sur, los del estandarte negro. En el fondo, resulta una paradójica y triste historia, nada inoportuna ahora, a pesar del tiempo transcurrido, en esta revuelta época de alianzas y choques de civilizaciones. Este es el recorrido de la historia de una refundida dinastía cordobesa, que comienza en Almuñecar un 14 de agosto del año 755, con Abd al-Rahman I, primer emir independiente –conviene recalcar que los Omeyas siempre fueron independiente- de al-Andalus, y termina en el año 1009, con Hisham II, el último califa independiente de la estirpe, pero títere de Almanzor.

Abd al-Rahman ibn Mauwiya, hijo de un príncipe omeya, nieto del califa Hisham II, criado en un palacio en el desierto de Siria, a los diecinueve años fue el único superviviente del riguroso exterminio de su familia por parte de los abbasíes. Los abbasíes, enemigos de los omeyas sirios, que usaban estandartes negros como los turbantes de los taliban de nuestro tercer milenio, invocaban la venida de un nuevo califa que restauraría la pureza del Islam, corrompida por la "arbitrariedad y las viciosas costumbres de los omeyas". Reproche que siempre iba a acompañar la historia de los omeyas cordobeses en muchos ámbitos del mundo islámico de entonces, incluso en ciertos ambientes intelectuales de nuestros días, del mismo modo que Boabdil, el último rey de Granada, es considerado un traidor. Sin embargo, esta condición de impuros y traidores no es óbice para que, ahora, constituyan un recurso útil para resaltar la importancia de la cultura musulmana en todo el mundo.

Ese fanatismo enfermizo por alcanzar la pureza religiosa, que produjo la persecución y aniquilación de los Omeyas sirios, y tres siglos más tarde la de los Omeyas cordobeses, se mantiene incólume a través de los tiempos y constituye uno de los argumentos justificadores del terrorismo islámico también en nuestros días. Ayman Al-Zawari es, además de médico egipcio en ejercicio, el gran ideólogo del movimiento terrorista actual. En sus escritos proclamó la Guerra Santa -la Yihad- contra los malos musulmanes y Occidente. Frente a los que argumentan que la causa del terrorismo que sufrimos está en las humillaciones del pueblo árabe, repasando la historia se puede comprobar que la Yihad, la guerra santa en concepto genuino, no tiene fin, es inacabable.

Pero volviendo a nuestra historia, el objetivo del nuevo califa abbasí, Abul Abbas, era acabar con toda la estirpe omeya, para lo que se valió de todo tipo de artimañas. Dictó una amnistía para los omeyas supervivientes, y para hacerlos salir de sus escondites los invitó a una falsa celebración de reconciliación que se celebró en Palestina. Unos setenta omeyas respondieron confiadamente a la pérfida invitación. Cuando estaban disfrutando del recital de un poeta cortesano, encargado de exaltar las virtudes de sus anfitriones y nuevos amos, los abbasíes, con el último verso como señal, comenzó la ejecución de todos los omeyas, de la que no quedó ninguno de los presente vivo. Después, como colofón, el primer califa Abul Abbas mandó abrir, en Damasco, las tumbas de los antiguos califas omeyas para profanarlas –práctica que pervive a través de los siglos-. Pero el azar quiso que, entre los presentes en la falsa celebración, no estuviera nuestro futuro Abd al-Rahman I, ni algunos otros miembros próximos de su familia y, especialmente, su fiel liberto Badr, importante apoyo en la aventura del futuro califa cordobés. Viven escondidos, continuamente vigilados por sus enemigos, que han descubierto que aun quedan vivos algunos omeyas por lo que desean ardientemente rematar el proyecto de exterminio. Por todos sitios hay guerreros a sueldo, persiguiéndolos. Durante cinco largos años la vida de Abd al-Rahman sólo tiene como objetivo huir de sus enemigos.

Pero los sicarios de los abbasíes van descubriendo, sucesivamente, los escondites de los últimos omeyas sirios. El azar parece que ha hecho un pacto protector exclusivo con Abd al-Rahman, aunque no así con el resto de su familia, de modo que, en cada ocasión que es descubierto, consigue escabullirse. Abd al-Rahman va viendo como su única familia, la que le acompañaban en la huida, van cayendo degollados por los banderas negras. Al final, sólo le queda la compañía de su fiel liberto Badr. El viaje de Abd al-Rahman, que entonces tiene veinte años, desde su tierra hasta al-Andalus, nunca estuvo seguro de continuar vivo al día siguiente. Abd al-Rahman, que al principio huye sin rumbo hacia el este, cruza el Eúfrates para luego volver sobre sus pasos y caminar hacia el oeste, hasta llegar al norte de África, concretamente a la provincia de Ifriquiya, cuyo gobernador Ibn Habib no había aún reconocido la legitimidad del nuevo califa abbasí. Pero poco después la actitud del gobernador cambia y decide matar a Abd al-Rahman, por lo que de nuevo tiene que emprender la huida. Busca refugio entre las tribus beréberes que, como siempre, no rinden sumisión al poder de nadie. Es en una tribu situada cerca de Ceuta, llamada Nafza, donde Abd al-Rahman encuentra acogida momentánea.

Abd al-Rahman sabía que, desde hacia más de cuarenta años, los árabes estaban afincados en al-Andalus, a la otra orilla de donde se encontraba. Y también sabía que allí había muchos clientes sirios de la familia omeya. Como siempre los árabes no respetan más leyes que las del parentesco y la clientela. Por eso en al-Andalus, desde la invasión en 711, los árabes guerreaban entre sí, contra los beréberes o contra los yemeníes. Precisamente, por aquellos días eran los qaisíes los que gobernaban, estando como gobernador (wali) Yusuf al-Fihrí. Y precisamente en junio de 754, el jefe de los clientes omeyas Ubayd Allah ibn Utman recibió la visita de Badr, el fiel liberto de Abd al-Rahman, portando una carta de éste, en la que le informaba de su situación y de sus propósitos de desplazarse al otro lado del estrecho. Abd al-Rahman tardó más de un año en conocer el resultado de aquella importante embajada encomendada al fiel Badr, quién, a su vuelta, le trajo muy buenas noticias de al-Andalus: los clientes omeyas y los yemeníes estaban dispuestos a luchar por su causa. El 14 de agosto del año 755, fecha del desembarco de Abd al-Rahman en la playa de Almuñecar, es también el comienzo de la historia de una estirpe nueva, la de los omeyas cordobeses, la de los creadores del sentido de estado por encima de la religión que, desgraciadamente, no sobrevivió a la invasión integrista norteafricana.

Por aquella época Abd al-Rahman habría cumplido veintiséis años y tenía por delante el desafío de afianzar el poder omeya en al-Andalus, no sólo frente a los cristianos del norte, sino incluso frente a los mismos árabes y las tribus beréberes, reciente y superficialmente islamizadas. Por eso Abd al-Rahman reclutó un ejercito de 40.000 mercenarios extranjeros -fundamentalmente europeos por razones de desconfianza-. De la mano de Abd al-Rahman I, el de la bandera blanca, la Corduba romano-visigoda se transforma en la Qurtuba omeya. Se hace proclamar primer emir independiente. Esto significa que es el fundador de una dinastía rebelde frente al resto del Islam. Esa Qurtuba de los omeyas que prosperó, no sólo a pesar de los enemigos del norte, sino también frente a los enemigos que llegaban por el estrecho y que luego fueron los que definitivamente destruyeron el estado califal y su más emblemático símbolo, Madinat al-Zahra.

A lo largo de casi trescientos años, los omeyas cordobeses, siempre independientes, tanto cuando se declaraban emires como cuando se autoproclaman califas, no dejaron de estar vigilados debido a sus comportamientos “irreverentes”. El vino, prohibido por el Corán, no faltaba en las mesas de Qurtuba. En el arrabal de Sequnda, al otro lado del puente romano cordobés -la intencionadamente ahora olvidada Córdoba también romana-, reconstruido por los omeyas, hubo una famosa bodega regentada por taberneros mozárabes. De al-Hakam I decían que era tan dado a la bebida que los integristas le gritaban "borracho vete a rezar". Sin caer en la idealizadas y empalagosas descripciones de convivencia permanente de las “tres culturas”, quizá sea oportuno citar aquí que, en la época omeya, los mozárabes dispusieron, además de obispos, en ocasiones muy influyentes, de libertad para celebrar procesiones, entierros, hacer sonar las campanas de sus iglesias que eran seis: San Acisclo, San Zoilo, Los Tres Santos, San Cipriano, San Ginés Mártir y Santa Eulalia. Otro dato significativo es que, bajo los omeyas, sólo los teólogos estaban obligados a llevar turbante.

Sin caer en exageraciones sospechosas, no se puede negar que en la época omeya hubo muchas etapas –no siempre- con un ambiento de apertura y tolerancia, lo que propició la existencia de sabios y estudiosos en diferentes campos de saber y del arte. Hay que referirse no sólo a los conocidos Averroes y Maimónides, fruto tardío de ese ambiente, que luego sufrieron el castigo de la intransigencia, lo que les llevó, a los dos, a morir en el destierro. Existe una larga lista de geógrafos, matemáticos, cirujanos, enciclopedistas, poetas, etc. Por ejemplo, el caso de un médico de la judería de Qurtuba que hablaba todos los idiomas conocidos. Se decía que había inventado una sustancia que curaba todas las enfermedades. Una especie de bálsamo de Fierabrás conocido como Triaca, que contenía sesenta y una sustancias. Ese médico es conocido en nuestro tiempo con el nombre de Hasday ibn Shaprut, quien dirigió el tratamiento de adelgazamiento del rey Sancho I de Castilla.

Aunque quizá los datos estén algo exagerados, se dice que en la Qurtuba omeya se publicaban anualmente unos sesenta mil libros. Que había un barrio en el que casi 200 mujeres estaban consagradas, exclusivamente, a copiar manuscritos. En este ambiente, el Corán no era excluyente frente a las más variadas obras, bien fueran de los griegos, los tratados de astrología, de medicina, los venerados libros de Aristóteles - conocido como Aristú --, los manuales de gramática, de teología, de adivinación, las grandes enciclopedias como la conocida como Collar Único, escrita por el polígrafo cordobés Ibn Abd Rabbihi, después de dedicarle veinte años de su vida. Al-Hakam II, el hijo de Abd al-Rahman III, llegó a ser considerado, por muchos, como el señor de los libros. Durante su reinado fundó veinticinco escuelas públicas y favoreció a los mayores sabios de su tiempo. No había ningún saber que no le importara. Para al-Hakam no había frontera entre las ciencias. Lèvi Provençal, una de las más importantes fuentes de conocimiento de la España musulmana, sentía una gran admiración por este califa mecenas de las letras y las artes.

La biblioteca de al-Hakam II, se dice que compuesta por cuatrocientos mil volúmenes, cuya administración no era menos complicada que cualquier otro órgano del estado cordobés, contaba con un catálogo que ocupaba cuarenta y cuatro cuadernos de cincuenta folios cada uno. En una ocasión que se decidió cambiar de sitio la biblioteca, duró seis meses la mudanza. Pero el destino de la biblioteca de al-Hakam II y el de casi todas las de Córdoba, fue tan cruel como el de Madinat al-Zahra: el fuego y la destrucción de la intolerancia. Tan sólo un libro de aquella extensa biblioteca ha llegado a nuestros días y lo encontró el citado Lèvi Provençal en 1938 en una biblioteca de Fez. Durante la dictadura de Almanzor, y para congraciarse con el peligroso fanatismo de los alfaquíes, ordenó que la biblioteca fuera expurgada de todos los libros sospechosos de herejía. Miles de volúmenes fueron arrojados a los patios del alcázar y ardieron en hogueras. El fuego ya nunca se detuvo, durante la guerra civil en la que se hundió el califato, a principio del segundo milenio. Cinco siglos después, ya concluida la conquista de Granada, se repite la escena, esta vez del lado de la intransigencia cristiana. El cardenal Cisneros hizo otra gran hoguera pública con millares de libros. Por un lado y por otro, los alfaquíes y los inquisidores coincidían en que su enemigo común eran los libros.

Al principio del segundo milenio, los andalusíes tenían la impresión de vivir en un país próspero y privilegiado, aunque eran conscientes de que estaban entre dos mundos cada vez más hostiles. En el año 1009 ocurrió algo inesperado. Hisham II, el califa pelele, el escondido, manipulado hasta lo indecible por el dictador Almanzor, nombraba descendiente suyo, no a un príncipe omeya andaluz, sino al hijo del ya desaparecido dictador, el impío, cruel y borracho Sanchol. Continuamente llegaban a Qurtuba, desde el norte de África, tribus enteras de beréberes para enrolarse en sus ejércitos. Los cordobeses los consideraban como bárbaros y les tenían miedo, porque eran cada vez más numerosos en las calles de la ciudad y casi nunca se castigaban sus abusos. Qurtuba se hunde de pronto, presa de una especie de castigo bíblico. En sólo cuatro años, la mayor ciudad de occidente, de su época, es derribada. Inundaciones, hambre, peste, incendios, exterminio metódico, guerreros africanos cabalgando por sus callejones con sables ensangrentados, palacios devastados por multitud de rapaces, bibliotecas ardiendo, entre risas de los fanáticos de la ignorancia y de la secta intransigente.

Tres años dura el asedio de los beréberes. Arrasaron las huertas, talaron árboles, pusieron sitio a Madinat al-Zahra, tomándola por asalto al cabo de tres días. Degollaron a todo el mundo, por impíos. Cazaron los animales exóticos que vivían en los jardines del parque zoológico. Arrancaron las perlas y las piedras preciosas incrustadas en las paredes y en los capiteles del palacio. Los campesinos abandonaron sus aldeas y buscaban refugio en las murallas de Qurtuba que suponían inexpugnable. Y para colmo, el Guadalquivir de los omeyas - el Betis de los romanos - se desbordó inundando miles de casas de los arrabales, y provocando casi tantas muertes como la peste o el hambre que siguió. El 19 de abril del año 1013, los hombres y mujeres de Qurtuba, pensaban que había llegado el fin del mundo. Aquellos enardecidos guerreros tan “purificadores” como algunos que vemos en la prensa y telediarios de nuestros días, como un ejercito de ángeles exterminadores, se derraman por la ciudad, lanzando feroces gritos, agitando los sables sobre las cabezas de los pobladores de la ciudad. Los cordobeses morían igual que animales hacinados en el corral de un matadero. Dos meses dura este increíble horror. A principio del verano de aquel fatídico año de 1013, entró en Córdoba el califa de los beréberes, Suleyman, convertido en señor de una capital deshabitada, llena sólo cadáveres y escombros. Madinat al-Zahra, la ciudad de la soberbia, la ciudad del estado el más moderno de su entorno, su hunde como la torre de Babel, como las Torres Gemelas de hoy. Según los puros, se lo tenía merecido, por su altivo desafío. Medina al-Zahra, el palacio de gobierno donde los omeyas desarrollaron un inusual sentido de estado centralizado dentro de la cultura árabe, que fue construida en diez años y asolada, para siempre, al cabo de cincuenta días-. Fueron los musulmanes puros del desierto de Arabia, los taliban de hoy, los que dictaminaron que la construcción de ese altivo edificio era un acto de soberbia desagradable a Dios.

El fin de la estirpe omeya es también el fin de Qurtuba. Como dice el profesor Vidal (UCO), el califato y la dinastía omeya se precipitaron al vacío desde la cumbre más alta tras casi tres siglos de esplendor. Desde la abolición del califato en 1031, hasta la conquista de la ciudad por las tropas cristianas en 1236, Córdoba estuvo más de dos siglos empobrecida, humillada, abandonada por todos. Esto debe haber influido en el carácter de la ciudad, "lejana y sola". Su papel frente a las ciudades hermanas de la actual Andalucía está muy lejos de ser la que fue. Quizá ahora se la quiere “rehabilitar”, ignorando sus raíces romanas y a su fundador Cludio Marcelo, recreando un mitológico nuevo califato que una a toda el orbe musulmana. Es de suponer que los cordobeses tendrán algo que decir. No es posible que olviden, sin más, lo que constituyen las cuatro columnas de Córdoba: Séneca, Osio, Averroes y Maimónides (“Las cuatro columnas de Córdoba, Julio Merino, Real Academia de Córdoba 1977).

Después de esta catástrofe mas arriba descrita, al-Andalus y su estado cordobés se desmembraron en fugaces reinos de taifas que nacieron de los despojos del califato. A partir de entonces, y durante 461 años -bastante más que los 276 años del gobierno omeya- fue el continuo derrumbe de la presencia musulmana en la Península, como con anterioridad lo había sido la presencia romana y cristiana en el norte de África, hasta desaparecer totalmente.

Y para terminar, un poco de poesía y mito que alivie el drama descrito, inspirada en el bellísimo libro de Antonio Muñoz Molina Córdoba de los omeyas (Planeta, Barcelona 1991). Después de la caída del califato, durante años, quedó vagando por el mundo, el fantasma resucitado de Hisham II: como aguador en Almería, como esterero en Calatrava, como peregrino en La Meca, donde ejerció como alfarero, en Jerusalén vivió de la limosna, donde algunos señalan su muerte, y otros lo vieron de vuelta a la tierra que lo vio nacer donde imaginan verlo otra vez como califa –debe ser la fantasmal esperanza del actual movimiento de restauración califal-. Es el califa escondido en vida por Almanzor, que luego se resiste a desaparecer, según podemos comprobar por las noticias de los medios, impulsado por destacados personajes de la política de nuestros días.

domingo, 8 de abril de 2007

Terrorismo, la nueva estrategia de guerra (1/6)


Según organismos gubernamentales especializados, el terrorismo es una violencia premeditada, políticamente motivada, perpetrada contra objetivos no combatientes, por parte de subgrupos o agentes clandestinos con la intención de influir en las audiencias mediáticas. Es decir, aparecen cuatro elementos clave en la acción terrorista: es premeditada, es política, no criminal común, tiene como objetivo a personas civiles no militares y está llevada a cabo por subgrupos nacionales o fanáticos religiosos pero nunca por ejercitos regulares o identificlables de algún país. El terrorismo no es simplemente un acto irreflexivo de violencia brutal. Los expertos están de acuerdo en que detrás de cada acto siempre existe una estrategia premeditada.

El termino terrorismo tuvo su origen durante la Revolución Francesa en el llamado periodo del terror en los años 1793-94, con lo que los líderes revolucionarios pretendían defender la libertades "limpiando" de traídores la revolución. No obstante el fenómeno terrorista se puede encontrar en fechas anteriores a la Revolución Francesa. Por ejemplo, en el siglo primero, en la Palestina romana los Zelotes degollaban a los romanos y a sus colaboradores. En el siglo séptimo, en la India, los Thugee practicaban sacrificios humanos dedicados a la deidad Kali. En el siglo once, en Oriente Medio, una secta chiita conocida como Assassins legó al mundo este vocablo a causa de sus prácticas asesinas.

Desde el siglo diecinueve hasta nuestrao dias se han producido grandes magnicidios que en ocasiones desecadenaron guerras terribles entre países como fue el caso de la Primera Guerra Mundial, en 1914, debido al asesinato del archiduque austriaco a manos de un terrorista serbio. El 22 de julio de 1968 el Frente Popular de Liberación de Palestina perpetró el primer acto terrorista de secuestro de un avión comercial en el que la TV jugó un papel significativo. Hasta llegar a nuestros días el asalto a las Torres Gemelas de Nueva York, 11 de septiembre de 2001, conocida como 11-S, fecha que ha pasado a la historia por la magnitud de victimas la repercusión mediática que tuvo, seguido luego por el terrible atentado en Madrid también otro 11 del mes de marzo de 2004, sin olvidar los no menos atentados de los grupos terroristas nacionalistas vascos de ETA, los IRA de Irlanda, los chechenos, etc.

En nuestros días los terroristas persiguen que sus actos tengan una repercusión espectacular en los medios de comunicación, especialmente en la TV. Esta búsqueda de audiencia a la hora de preparar sus actos terroristas ha hecho que un especialista en la materia como Brian Jenkins definiera el terrorismo con la conocida frase: "el terrorismo es teatro".

El ataque terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York, del 11-S del año 2001, esta considerado como el acto terrorista más mortífero de la historia. El 11 de marzo de 2004 se perpetró al ataque terrorista más importante de la historia de España, en Madrid, que dejó 191 muertos y 1500 heridos. Antes de esas fechas están registrados otros actos terroristas sobre aviones comerciales como son el de la Pam Am destruido con una bomba en pleno vuelo sobre Lockerbie (Escocia), en 1988, cuya autoria ha reconocido recientemente el estado libio. O tambien en 1985, contra la compañía Air India. Cada uno de estos ataques mataron más de 300 personas. Así sucesivamente nos encontramos una larga listas de actor terroristas mortíferos tales como los 168 muertos en un edificio de oficinas en Oklahoma en 1995, o el ataque contra World Trade Center en 1993 con seis muertos y más de mil heridos. Por su parte la banda terrorista del País Vasco ETA lleva matados casi 900 muertos y miles de heridos y edificios destruidos.

Especial significación están tomando los ataques perpetrados por los islamistas suicidas de modo que la media de los muertos producidos en cada ataque presenta una tendencia creciente. Los expertos atribuyen esta situación a una mayor influencia de la motivación religiosa que promete el paraiso a los suicidas. En el caso de los ataques suicidas, en la fase de preparación de la maniobra se prescinde de la necesarias operaciones de protección de la vida del atacante, lo que proporciona una extraordinaria simplifación de recursos y aumento de la eficacia en la medida que no hay necesidad de confiar en sofisticados sistemas de activación y ejecución. No hay nada mas sofisticado y eficiente que un ser humano dispuesto a sacrificar su vida y que puede ir tomando, sobre la marcha, las correcciones necesarias que conduzcan al éxito de la operación.

Esta es la causa por la que frente a estos modelos de guerra de acciones y maniobras suicidas, donde aparece el terrorismo como estrategia, no existen todavia teorías estratégicas apropiadas para contrarestarlas. Ni siquiera las reglas y leyes internacionales que hasta ahora protegían a los contendientes reconocidos como tales por los tratados internacionales, sirven para esta nuevas guerras.

Estamos ante la desconcertante situación de un atacante sin rostro ni ojos, frente a soldados que no lo son, que no pertenecen a ejercito y país reconocible. Se escapan a cualquier regulación de normas internacionales o de cualquier organismo infernacional. ¿Contra quién se puede tomar una resolución en la ONU? Tienen a su favor muchas de las ventajas competitivas que cualquier estrategia clásica ha considerado como muy deseables: la sorpresa, la utilización de organizaciones secretas no identificables, la ignorancia de quienes son los responsables, imposibilidad de tomar represalias. ¿Contra qué país podia tomas Estados Unidos represalia por el ataque a las Torres Gemelas? ¿Qué país enemigo de Estados Unidos se hubiera atrevido a identificarse como atacante? Evidentemente, este nuevo modelo de guerra en la que el terrorismo es la estrategia, elimina muchas de las ventajas de la gran potencia, permitiendo a otros pequeños países ocultos utilizar agentes con importantes ventajas.

Serán muchas las cosas que tendrán que cambiar tanto en los métodos de guerra como en la legislación vigente para poder hacer frente a esta importante y sistemática amenaza planteada al margen de las normas de las sociedades civilizadas y democráticas. De momento la lucha transcurre en condiciones de desigualdad ya que el atacado se tiene que defender con las manos atadas por el derecho y la civilización.

Cada grupo terrorista se siente apoyado por sus seguidores para quienes periodicamente tiene que llamar la atención mediante los golpes de gran efecto mediático a favor de alguna causa como puede ser la independecia del País Vasco, la aniquilación de los infieles por parte de los islamistas.

Otro hecho que se puede comprobar es el incremento del poder destructor de las armas utilizadas por los grupos terroristas, hasta el punto de que se teme que en cualquier momento recurran a las armas de destrucción masiva (ADM). Ya en 1995 el grupo terrorista japonés Aum Shinrikyo se estrenó en la utilización del gas nervioso sarin en su ataque en el metro de Tokyo, donde mataron a 12 personas dejando heridas a más de 3500.

Las motivaciones de los terroristas religiosos del tipo al-Qaeda son vagas y al mismo tiempo absolutas, ya que justifican la violencia por sí misma, por inspiración divina, como una forma de servir a su causa suprema. Los métodos de los terroristas religiosos suelen ser más mortíferos por que de esta manera son más santamente aceptables.

Se suelen identificar seis tipos de motivaciones terroristas: nacionalista, religiosa, con apoyo estatal, extrema-izquierda, extrema-derecha y anarquista. Los terroristas nacionalistas buscan la creación de un estado propio separado del que en el presente legalmente pertenecen ya que sus reivindicaciones no han sido atendidas. Este tipo de terrorismo es el que más apoyo y comprensión suele encontrar por algunos grupos sociales y medios de comunicación. Este es el caso de grupo terrorista vasco ETA en España, del Partido de los Trabajadores del Kurdistan en Turquía, al que algunos medios suelen identicar como activistas, frentes de liberación, cualquier expresión que no haga referencia al termino terrorista.

Casi la mitad de los 56 grupos de terroristas internacionalmente identificados tiene una motivación religiosa. Son los que menos limitaciones morales o de conciencia encuantran para llevar a cabo sus actos. Más bien al contrario, ya que la acción tiene una consideración divina. Cualquier persona o institución que no sea miembro de su secta religiosa puede ser un objetivo apropiado. Entre los grupos más destacados figuran al-Qaeda (Osama bin Laden), Hamas grupo palestino musulman sunni, Hezbollah grupo shiita libanés, Rabbi Meir Kahane grupo radical judío, Baruch Goldstein grupo también extremista israelí, Yigal Amir grupo israelí que asesinó al primer ministro Rabin, Aum Shirinkyo del Japón, etc.

En cuanto a los terroristas con apoyo de algún estado son premeditadamente utilizados por los llamados estados gamberros como medio de su política exterior. El terrorismo como estrategia es un recurso con el mejor coste eficacia para cualquier estado no gran potencia además de evitar el peligro de la represalia en la medida que utilizan gerrilleros a sueldo. Entre los estados reconocidos como respaldadores de acciones terroristas figuran: Iran, Cuba, Libya, Corea del Norte, Sudan, Syria. Naturalmente cabe pensar que pueden existir otros estados que repalden actos terristas como una acción de inteligencia y que han conseguido no ser identificados. Incluso algunos expertos consideran que pueden encontrarse estados que están dirigidos por un grupos terrorista com es el caso de los Taliban que gobernaban Afghanistan.

Los grupos terroristas de extrema izquierda pretenden la destrucción del capitalismo y reemplazarlo por un sistema comunista o socialista. Entre los grupos que se identifican en este grupo se pueden citar la Banda Baader-Meinhof de Alemania, el Ejercito Rojo japonés, el Weathermen Norteamericano y las Brigadas Rojas italianas.

En cuanto a los grupos de extrema derecha, menos numerosos, suelen estar relacionados con movimientos neo-nazis frecuentemente conocidos como skinheads. Tambien pueden encontrarse grupos ligados a movimientos Neofacistas que frecuentemente se orientan a atacar a inmigrantes y refugiados procedentes de países en vías de desarrollo. Dentro de este grupos se pueden encontrar también grupos racistas especialmente antisemitas.

El anarquismo tuvo su momento de más actividad entre 1870 y 1920 ligado a movimientos revolucionarios que apoyaban los cambios de gobierno sin respetar las urnas. La lista de gobernantes asesinados, denominados magnicidios, constituyen una larga lista. Algunos especialistas afirman que se detecta un resurgimiento de este movimiento entre los anti-sistema de los antiglobalización.

La única novedad del ataque a las torres gemelas no es precisamente el hecho terrorista en sí, sino la magnitud de las victimas y destrucción. La gran novedad del terrorismo suicida es que consigue una gran precisión de ejecución sin necresidad de disponer de medios de tecnología sofisticada, provocando ataques de gran escala generando con ello una gran miedo.

El terrorismo suicida no es un fenómeno exclusivamente ligado a una religión o país en particular, aunque aparecen algunos casos muy llamativos como son los de los Tamiles de Sri Lanka que asesinaron a dos jefes de estado: al primer ministros de la India, en 1991, Rajiv Gandhi; y en 1993 al presidente de propio Sri Lanka, Ranasinghe Premadasa. Otro grupo terrorista destacado es el PKK o Partido de los Trabajadores del Kurdistan, que pretenden la separación de Turkia. También están Hezbollah, un grupo islamista shiita con base en Líbano y apoyado por Irán; al Qaeda, perteneciente a la red terrorista de Osama bin Laden de la rama religiosa ialamistas sunni. Aunque algún experto señala que el autosacrificio no es específico de la cultura religiosa del Islam, pero el hecho es que ahora es donde con más frecuencia aparece.

La reciente ola de terrorismo suicida se inició en el Líbano, en 1983, con Hezbollah. Está formula fue copiada por los Tigres Tamiles de Sri Lanka en 1987, luego por Hamas en Israel en 1994, el PKK en Turkia en 1996. Por su parte Al-Qaeda adoptó esta formula terrorista en 1990. Recientemente la segunda intifada palestina, en el año 2000, ha llevado a cabo numerosos ataques suicidas. Los expertos suelen estar de acuerdo en que los ataques terroristas suicidas son inevitables. Aunque para una persona normal le pueda aprecer que un suicida está loco, los especilistas afirman que dichos terroristas están plenamente conscientes de su causa, que de esta forma la ligitiman, los demás los consideran verdaderos mártires lo que provoca efecto de imitación y la posibilidad de alcanzar la gloria.

En contra de lo que algún comentarista ha dicho, no es verdad que los terroristas responden a un perfil de individuos determinados como que son pobres, de baja educación y sicológicamente jóvenes trastornados. Los hechos recientes desmiente esta idea, especialmente en el caso del 11-S y el 11-M. Habrá que revisar estos tópicos. Otro tópico a revisar es que no es una actividad propia sólo de hombres. Cada vez más aparecen mujeres como protagonistas de estos hechos. Tampoco es verdad que sean individuos que actúan a su aire y como resultado de un impulso irrefenable. Por el contrario, son individuos cuidadosamente preparados por grandes organizaciones terroristas. Es decir, el terrorismo suicida es una acción tática cuidadosa y deliberadamente preparada por grupos terroristas.

El terrorismo suicida es el más peligroso de todos los que se llevan a cabo. Una vez que el futuro suicida está siclológicamente preparado para llevar a cabo su tarea, palanificar el resto de la operación resulta bastante menos complicada, en la medida que no son necesarias tomar medidas de salvaguarda de la vida del ejecutante.

Sin embargo, en ocasiones existen posibilidades de poder prevenir estos tipos de ataques. En la medida que el terrorismo suicida es menos un acto individual y expontáneo que un acto llevado a cabo por grupos, cabe la posibilidad de que mediante enérgicas medidas preventivas y por sorpresa sobre estos grupos identificados, abortar estas amenazas. No obstante, hay que recocnocer que, los grupos que consigan trabajar con cuidado y discreción será extremadaemte dificil evitarlo.

Consensos: como fabricar otras mayorías artificiales

Como es sabido, nuestro sistema electoral quiere evitar el bipartidismo que generan las mayorías absolutas, que están, aparentemente, demonizadas, favoreciendo, por tanto, la existencia de las llamadas minorías, que están consagradas. Sin embargo, este sistema tiene el inconveniente de que incita al chalaneo político, en la medida que, con mucha frecuencia, en determinados ayuntamientos, comunidades, no gobierna el grupo más votado, sino incluso, como es fácilmente comprobable, el menos votado, gracias a los acuerdos por "consenso" entre minorías de ideologías heterogéneas o incluso contradictorias. Resulta paradójico que se consideren negativas las mayorías generadas directamente por las urnas, en torno a un mensaje determinado, pera luego, mediante un pacto "consensuado", se le da una larga cambiada a la voluntad de los ciudadanos, y se fabrica otra mayoría absoluta artificial. Estas situaciones se justifican por los políticos con frases recónditas: "se ha descifrado la voluntad de los ciudadanos". La maravilla dialéctica del lenguaje político. Creo que no hace falta que cite ejemplos. Al final, las protegidas minorías, se "consensúan" -mejor dicho se coligan-- con el mejor postor, independientemente de la ideología, convirtiéndose en apéndices instrumentales de efectivas mayorías. No podemos confundirnos; una cosa es proteger los derechos de las minorías y otra incitarlas a convertirse en aparatos de negocio político para el poder.

Ante estas situaciones, hay que caer en la cuenta de que la cuestión no es si el consenso es más deseable o tiene un valor moral superior en todos los casos. Lo verdaderamente importante es reparar si las maneras utilizadas para alcanzarlo van en contra de los procedimientos, originando una perversión de la esencia de la democracia, como lo es que, mediante alambicados vericuetos, se termine aplicando el programa menos votado por los ciudadanos. Ante la frustración que produce encontrase frente hechos consumados de este tipo, uno se pregunta: ¿de qué me ha servido llevar a cabo el esfuerzo de enterarme de los programas de los partidos contendientes como paso responsable para intervenir en el ritual de las urnas, paradigma de la democracia? En consonancia con todo lo anterior y bajo la coacción sicológica de lo políticamente correcto, está consagrado que el que gobierne debe consensuar todas y cada una de sus decisiones, so pena de ser acusado de prepotente y de aplicar el rodillo. A pesar de que han sido los ciudadanos lo que le han otorgado el poder necesario.

Si tenemos en cuenta la definición del DRAE citada al comienzo, estaremos de acuerdo que, con frecuencia, esos "consensos" alcanzados para desbancar al más votado se han hecho en contra de uno -tampoco hace falta citarlo-. Por tanto, ya no se trata de un acuerdo de todos, rasgo distintivo del consenso. A este tipo de acuerdos podríamos llamarlo coalición, alianza, liga, pacto, etc. Por tanto, la aplicación del término consenso, en muchas ocasiones, no corresponde a los hechos con los que se le quiere identificar.

Es el disenso el que permite crear teoría crítica, necesaria para la filosofía y las ciencias sociales. Los expertos dicen que la mediocridad de estas ciencias en nuestros días, es debida a la incapacidad de pensar críticamente. Esta es la razón por la que es dominante el clima de que estar fuera del consenso es poco menos que antidemocrático. Una especie de trampa dialéctica del estilo de la del "pensamiento único", que tiene su origen en el artículo que Ignacio Ramonet publicó en Le monde Diplomatique en 1995. Es la percha donde multitud de teóricos seguidores anti, de todo pelaje, van colgando sus ataques al libre mercado, a la globalización, al FMI, al OCM, etc. En ese ambiente, hace falta valor para decir algo políticamente incorrecto. Por eso hay tanta gente que cae, sin resistencia, en las garras de la opinión publicada. Estamos en la edad de oro de las tertulias, de los periodistas sectarios, militantes de cuerda, que se auto intitulan formadores de la opinión ciudadana.

La teoría, pero sobre todo la vida cotidiana, nos dice que la democracia no es una regla racional, sino más bien una forma de vida y, por tanto, se puede vivir de muchas maneras. Entre estas maneras, la apelación al consenso resulta obsesiva y, por exageración, adulteradora, en detrimento del disenso, asociado torpemente a la idea de conflicto, cuando en democracia tiene una importancia central. Sin otra alternativa, conflicto y antagonismo se presentan erróneamente encadenados. En lugar de antagonismo, lo propio sería el agonismo, es decir enfrentamiento entre adversarios, más compatible con el verdadero pluralismo, las contradicciones y hasta con la inquietante multiculturalidad. Pero hay que decirlono sin complejos, no todas las culturas son aceptables en el siglo XXI, por ejemplo la ablación, el canibalismo, la esclavitud, los regímenes medievales, etc. En resumen, enemigos son aquellos que se colocan fuera de las reglas democráticas, los violentos con causa o sin ella, los que no respetan los derechos humanos y, especialmente en los últimos años, los terroristas domésticos y los globalizados islamistas.

No es cierto que la democracia sólo sea posible en una sociedad homogénea, sino que cada vez queda más patente que también lo es en la diversidad. Y lo más manifiesto de la diversidad es la cultura. Creo que Huntington, con su Choque de civilizaciones, tiene razón cuando dice que cada vez más es la cultura, y no la ideología, la que divide a los grupos sociales del mundo globalizado.

Cultura es otra palabra que, como consenso y diálogo, está machacada por el manoseo. Aparece hasta en la sopa: no solo cultura catalana o vasca, sino también del ajo, del aceite de oliva, etc. Cultura para todo, incluso para la construcción de seudo partidos políticos: Plataformas para todo. Y qué decir de la ecología y todos sus subproductos verdes. Y uno se pregunta: ¿existe la cultura española, la europea, la occidental? Esto tiene que ver con lo que recientemente nos contaba Jiménez Lozano ("Los comedores de higos", ABC 4/04/2004) a propósito del fin del Imperio Romano. Cuando Alarico llegó a las puertas de Roma, encontró que estaba llena de pacíficos ciudadanos, de sofisticada vida de alta calidad que, en el fondo, soñaban con la maravilla de ser bárbaros, por aburrimiento. La cosa no fue complicada. Luego vino el largo y sombrío Medievo.

Resumiendo, lo constitutivo de lo político es disentir, por eso cuando se trata de eliminarlo para favorecer el consenso, se va camino de los totalitarismos. Las Instituciones y la Ley están para hacerle la vida posible al conflicto. En ese marco aprendemos a distinguir la diferencia de grado que existe entre disenso y conflicto. Cuando se ha intentado eliminar los conflictos mediante la creación de ciertas verdades universales y razones "científicas" de la política y la sociedad, estamos ante las utopías poéticas que terminan en totalitarismos. Obviamente, no quiero decir que no haya que intentar eliminar ciertos conflictos concretos, aunque en el marco de las instituciones y con los métodos apropiados. Naturalmente las reglas que dirimen la confrontación sí han tenido que ser consensuadas previamente, en situaciones excepcionales. Pero lo que no es aceptable es que dichas reglas haya que inventarlas o convenirlas cada vez que aparezca el conflicto. Eso es como hacerse trampas con un solitario o, peor, encender la mecha.

Y para terminar, disidencia y responsabilidad, son como las dos caras de la misma moneda. Caben diferentes formas de tratar la responsabilidad, pero en el contexto de esta reflexión estaría mas cerca del derecho y la educación ciudadana. En ese caso, apelar a la responsabilidad sería esperar que cada sujeto activo de derecho -políticos, tertulianos, periodistas, plataformas espontáneas y, como no, incluso clubes de fútbol, etc.- reconozca y acepte las consecuencias de sus actos realizados libremente. Todos deberíamos tener asumido un mínimo concepto de sociedad y del "otro", de modo que se comprenda que no se puedo hacer lo que uno quiera con la sociedad y con los "otros". Sería bueno rescatar, a efectos educativos, aquellos manuales de hace un par de siglos sobre las reglas de urbanidad del ciudadano. Hay que intentar convencer a los consensualistas sistemáticos, como nos enseñan los genuinos filósofos, que pensar es disentir. No es verdad que consensuar sea necesariamente pensar.