domingo, 14 de octubre de 2007

El 12 de octubre: antes Día de la Raza, ahora Fiesta Nacional de España, mañana Fiesta del Estado Español

No me atrevo a afirmar que lo único que tenemos seguro es que el 12 de octubre corresponda al día y el mes del descubrimiento de América. Ni siquiera si corresponde a un descubrimiento, encuentro o qué sé yo. En España sobre cualquier acontecimiento histórico relevante, nos hemos empeñado en enredarlo a base de deconstruir -o sea, seducir poéticamente, que es la estrategia del mismísimo ‘Diaulo’, el cirujano sepulturero- destruir, reconstruir, etc. Dice Cesar Vidal en su libro Mentiras de la Historia de uso común (Planeta de Agostini 2006): “Las mentiras históricas nunca han sido inocentes. No derivan de la fiabilidad humana, del escaso conocimiento que tenemos de algunos hechos o de la especulación. No, en realidad las mentiras que se encarnan en la Historia suelen tener una intencionalidad ideológica clara. Mediante su uso se pretende legitimar causas no pocas veces ilegítimas, inventar justificaciones para el presente, desviar las propias responsabilidades hacia otros, encontrar chivos expiatorios de los pecados propios e incluso desculpabilizar las mayores atrocidades”. Por su parte, Ricardo de al Cierva dice en su libro Misterios de la Historia (Planeta 1990): “Hay en la Historia demasiada mentira, demasiada política, demasiadas nubes de humo, demasiados secretos sin resolver”. Así opinan los historiadores.

La fecha del 12 de octubre ha sufrido distintas designaciones seguramente por efecto de oportunas deconstrucciones y reconstrucciones, tipo “memorias históricas”, políticamente interesadas. Los políticos no han dejado de meterse en corral de los historiadores, quienes ante la descripción de determinados hechos acontecidos en el pasado, se han visto postergados, cuando no desacreditados o perseguidos, por mor de la razón de la fuerza del poder político. La manipulación de la historia con fines sectarios o partidistas, no es cosa solamente de estos tiempos en los que se pretende, por ley, reinterpretar, digamos por caso, los atropellos ilegales de la II República, especialmente a partir del año 1934 y los consiguientes de la Guerra Civil. El resultado fue que, una dictadura fue finalmente derrocada por otra. Inevitablemente hubo, como siempre ha ocurrido en la historia, vencedores y vencidos. Y aquí estamos, con unos vencidos resucitados dispuestos a cambiar los papeles “como sea”.

Pero no es mi propósito entrar a analizar ahora este asunto. A lo que iba. La fecha en cuestión adquiere inevitablemente un gran significado con América y los iberoamericanos. La dictadura de lo políticamente correcto ha impuesto que se les llame latinoamericanos, o peor aún, simplemente “latinos” como signo de identidad. La cosa tiene gracia; ¿entonces nosotros los españoles, los portugueses, los franceses, los italianos, los rumanos y algunos más cuyas culturas y lenguas tuvieron mucho que ver con Roma, qué somos?-. Todavía en territorio gringo comprendo que sea utilizado el término latino como hecho diferenciador –aunque no dejen de ser una amalgama de pueblos no cohesionados que hablan español o portugués-, pero en la Europa Latina propiamente dicha resulta chocante. En fin, más papistas que el Papa, quiero decir, más latinistas que los latinos. Es posible que esta estrategia inventada por Napoleón para ocultar la herencia española, puede que esté tocando a su fin debido al Movimiento Nacional Indigenista, el invento de los nuevos libertadores bolivarianos que arrasa América.

Pero todo este asunto viene a cuento de una simple anécdota, aparentemente irrelevante. Precisamente en la tarde de la celebración de la Fiesta Nacional de España (FNE), cuando estaba llevando a cabo mi diaria caminata de puesta a punto, coincidí en mi trayecto, durante unos minutos, con dos chicas que por su acento y aspecto nadie dudaría que eran “latinas”. La cosa no tiene nada de especial, pues mi ruta cruza por el centro del barrio de Ventas, que en los últimos tres o cuatro años ha sufrido una metamorfosis muy llamativa. Gran parte de los pobladores fundacionales de este barrio procedentes de Andalucía, han sido sustituidos por “latinos” –naturalmente los andaluces desplazados eran latinos, aunque puede que ahora, según Moratinos político, sean andalusíes, o sea moritos. Adios Roma adios-. Una de las chicas, de raza negra, le comentaba a la otra, con cierta indignación: “esta es una fiesta de racistas: el Día de la Raza. El nombre lo dice todo”. Enseguida me vino a la memoria una información que acababa de leer en El Mundo de hoy día 12 –curioso periódico que, cada vez me resulta más difícil diferenciarlo de El País-, con el siguiente titular: “Gaspar Llamazares acusa al PP de fomentar la <> y el patriotismo de cortijo”. ¡Que barbaridad! Este lenguaje resulta más propio de disputas de taberna. Lo peor es que el coordinador de iU se siente obligado a estar todos los días en el candelero descalabrando a su odiada derecha. Resulta agobiante, pesada, reiterativa y sobre todo una antigualla. Todos los días los mismo. Se comprende que a algunos de sus camaradas no les guste el papel poco airoso de monaguillo del PSOE que hace su coordinador. Pero por lo que se ve, se agarra a la poltrona como una lapa; no hay forma. En fin, de alguna manera hay que agradecerle al PSOE que permite que el coordinador que coordina tenga tan desproporcionado protagonismo.

Como decía, el caso es que no me sonaba que alguien hubiera resucitado esa añeja expresión de “fiesta de la raza”, aparte del citado titular de Llamazares y el comentario de la manipulada negrita latina. Mi curiosidad me llevó a navegar un rato por la red de redes para probar a mejorar mis conocimientos sobre la evolución de las denominaciones que ha sufrido el 12 de octubre a lo largo de los años, y cuanto había de verdad en el uso de los términos raza con toda la carga peyorativa que comporta.

Aunque lo que encontré fue menos de lo que esperaba, no obstante vale la pena traerlo a colación. Fue en el año 1913, en el seno de la entonces constituida Unión Iberoamericana, presidida por un ex ministro del Gobierno de Maura llamado Faustino Rodríguez-San Pedro –por cierto bisabuelo de Rato- donde se decidió la institución del Día de la Raza. Este hecho fue el desencadenante de que sucesivamente fuera instituido en la mayoría de los países hispanoamericanos. Resulta interesante observar cronológicamente, dicha adopción. Así, cuatro años después de lo decidido en la Unión Iberoamericana, o sea en 1917, en Argentina, siendo presidente Hipólito Irigoyen, se instituyó el Día de la Raza. Un año después, bajo el reinado de Alfonso XIII, se adoptó en España con el nombre de Fiesta de la Raza. Le sigue Venezuela en el año 1921, estando de presidente Vicente Gómez, con la denominación de Fiesta de la Raza. La cosa duró hasta que el régimen de Chávez, en 2002, lo cambió por el Día de la Resistencia Indígena. Más claro, agua. Siguiendo con la cronología, fue Chile la que en 1923 instituyo el Día del Descubrimiento de Dos Mundos, aunque en la práctica se usa la expresión original del Día de la Raza. Nada menos que José Vasconcelos Calderón –el gran mexicano-, en el año 1928, la impuso en México como Día de la Raza. En Uruguay, desconozco desde cuando, dicha fiesta se la denomina Día de las Américas. En cambio en Colombia, Ecuador, El Salvador y Perú se la conoce como Día de la Raza, sin que conozca las fechas de su implantación, probablemente llevado a cabo a raíz de la adopción por la citada Unión Iberoamericana.

Conviene volver al caso de España. Como se ha dicho más arriba, la celebración se impuso en 1918 como Fiesta de la Raza. Desconozco en este momento que se hizo durante la época de la II República. Lo que sí sé es que Franco la confirmó, en el año 1940 como Día de la Raza. Casi veinte años después, o sea en 1958, Franco la cambio por la del Día de la Hispanidad, denominación con la que se la ha conocido hasta que en el año 1987, o sea casi 30 años después del último cambio, bajo la Constitución de 1978, en la España de las autonomías, pasó a denominarse, por ahora, Fiesta Nacional de España. Digo por ahora, porque tal y como van las cosas con ZP –que ahora abjura de su alias por razones electorales- si vuelve a salir no sería descabellado imaginar que el término Nacional será sustituido por el de Estado. O sea, Fiesta del Estado Español.

Visto lo anterior, teniendo en cuenta lo que babosea Llamazares y lo que repite la manipulada negrita latina de mi caminata, se puede decir que en España se desterró el término raza, evidentemente peyorativo, hace ya casi 50 años, mientras que en la mayoría de los países “latinos” dicha celebración es conocida actualmente, bien legalmente o como costumbre, como Día de la Raza. A algunos le traiciona su sectarismo y a otras la mala información recibida de algún propagandista del Movimiento Indigenista.

(Epílogo. Consultando el DRAE. Raza: Casta o calidad del origen o linaje. Racismo: Doctrina antropológica o política basada en este sentimiento y que en ocasiones ha motivado la persecución de un grupo étnico considerado como inferior. Fiesta: Día en que se celebra alguna solemnidad nacional, y en el que están cerradas las oficinas y otros establecimientos públicos).

Madrid 14/10/2007
Francisco J. Manso Coronado