lunes, 2 de febrero de 2009

Altercado Erdogan-Peres, en la simbólica Montaña Mágica de Davos


Lo mismo que en la novela de Thomas Mann (1924), la lucha entre el mundo árabe y los israelitas se escenifica, también, como un mundo herméticamente cerrado en sus pendencias exclusivas, arrastrando al resto del mundo a una confrontación fratricida. Parece como si la Mágica Montaña tuviera el mal fario de reproducir la vida decadente de la burguesía que retrató Mann –justo antes de la I.G.M.-, a través del exhibicionismo practicado por el World Forum, con el telón de fondo de la mayor crisis global conocida, no sólo económica.
Francisco J Manso Coronado
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Hay que reconocerlo, Internet es una herramienta fantástica. Cada uno encuentra lo que busca; lo mejor de lo bueno o lo peor de lo malo. Depende del rumbo del navegante, nunca mejor dicho, que decide hacerlo por esto inmenso y proceloso mundo virtual. Si no se lleva brújula, la de los gustos, las aficiones, las amenidades, los deseos, se puede naufragar entre fantasmas, amenazas, utopías y alucinaciones. Como con una droga.

Cada día, en mi jubiloso retiro, dispongo de una enorme ventana abierta al mundo total. Lo mismo puedo estar en la Casa Blanca asistiendo, en live, al comentario matutino del triunfante Obama sobre sus expectantes últimas medidas, o en el Annual Meeting 2009 del World Economic Forum.

De acuerdo con mi agenda, a la que mi complaciente nuevo equipo me ayuda a gestionar, y gracias a la muy aceptable oferta de facilidades mediática del ya consagrado Fórum de Davos (en adelante para abreviar FD), sentado en mi mesa, vengo asistiendo estos días a algunas de las sesiones que allí se producen. Se programan tantas que sería imposible seguirlas todas. Hay que elegir y prepararse una agenda.

Y estando en esto, el pasado día 29 de enero, me tocó ser testigo boquiabierto de un acontecimiento sorprendente, que después de darle vueltas en la cabeza, he llegado a la conclusión de que vale la pena que reflexione sobre el caso, al tiempo que redacto un texto para colgarlo en uno de mis blogs.

Es impresionante la capacidad productora que los de FD tienen para atraer personajes del mundo económico y político, y de combinar paneles de lo más variopinto. Este comentario, referido a la densa programación de FD, es muy importante a los efectos de comprender, en parte, cual puede ser, de seguir en esta línea expansiva y acaparadora, el “talón de Aquiles” de tan exitosa convocatoria mundial: World Forum. Hay que reconocer que funcionan como un reloj suizo; efectivamente lo es.

A las 18:30 del citado día 29 de enero, estaba prevista una sesión con un titular muy sugestivo: Gaza: The Case for Middle East Peace. Para dirigir dicha sesión estaba designado David Ignatius, novelista norteamericano –por cierto de origen judío- y columnista acreditado del Washington Post. El panel de invitados estaba compuesto exclusivamente, de acuerdo con la naturaleza del asunto a exponer, por personalidades provenientes del mundo político:

· Tayyip Erdogan, primer ministro de Turquía
· Amre Moussa, Secretario General de la Liga Árabe, oriundo de Egipto
· Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU
· Shimon Peres, Presidente de Israel

Para cada panel, la organización FD propone una especie de entradilla con la que se pretende justificar la elección del tema y marcarle el rumbo a los ponentes. En este caso, la guía de ideas ofrecida por FD, era la siguiente:

The incertity and complexity surrounding the crisis in Gaza have captured the attention of the world.
What needs to be done to prevent the Middle East peace process from slipping away yet again?

Debo aclarar a mis fortuitos lectores, sufridores de mi experimento como reportero, que mi objetivo principal no es tanto hacer la reseña de los temas expuestos, lo que significaría, por mi parte, la osadía de competir con la eficiente web de FD, como la de describir, con ayuda del contador de tiempo –player- de la servicial Television World, la cadencia de los acontecimientos y las actitudes, por mí percibidas, de los actores en escena. Naturalmente admito que mi control de tiempos puede adolecer de un error de pocos segundos. Lo que pretendo es montarme una especie de trial que me ayude a comprender “cómo” se produjeron los acontecimientos que tanta repercusión mediática han tenido.

Juzgar los contenidos de las exposiciones estaría fuera de lugar, ya que los ponentes habían sido invitados, precisamente, para hablar “subjetivamente” desde la posición que representaban. Hay que suponer que Klaus Schwab, presidente fundador de FD, había programado tan explosivo tema, con tan comprometidos actores, con la seráfica esperanza de colaborar, como otros tantos enderezadores de entuertos de este viejo conflicto. En mi opinión, demasiados con afán de protagonismo que, finalmente, sólo está sirviendo para enredar más la madeja. Para no condicionar al lector, al final dejaré ver cuál era mi previsión sobre el resultado de tan comprometido panel.

Abre la sesión el chairman David Ignatius que se encarga de hacer las consabidas presentaciones de tan importantes invitados, a los que incita a exponer sus puntos de vista sobre la cuestión planteada, empezando por Ban Ki-moon, Secretario General de la ONU. En esta labor Ignatius empleó 1’30”.

Ban Ki-moon fue el ponente que menos tiempo empleó en su exposición. Según mi contador empleó 7’20”. En las formas, el Secretario General de la ONU estuvo moderado con la suavidad que le caracteriza y sin espavientos corporales, aunque no desaprovechó la ocasión de dejar ver la postura que ya le conocemos de instar a Israel “para que ejerza la máxima moderación para preservar el alto el fuego”, así como que los bombardeos de israelíes eran “inaceptables”; todo esto sin entrar en detalles ni matices. A mí me parece que el conflicto sí los requiere.

En esos momentos de tirar puñadas con guante de seda del Secretario General, el realizador enfocó la cara seria de Peres. Ya sabemos aquello de McLugan: el mensaje es el medio. Hoy, que tenemos ya años de experiencia televisiva, sabemos como se “expresan” los realizadores de televisión, que con frecuencia abandonan al busto parlante, o lo dejan caer en crueles contradicciones.

El chairman le marcó el segundo turno a Erdogan, primer ministro de Turquía. Según el contador de tiempo citado, empleó en su intervención 16 minutos. Aquí la cosa empezó a calentarse al llevar a cabo, el Primer Ministro turco, una exposición dura y continuamente crítica, en turco, lo que requirió la traducción al inglés, aunque sin exagerar en sus gesticulaciones ni subir demasiado la voz. No dejó nada de la ya oído en el tintero. Los niños sangrantes estuvieron continuamente arriba y abajo. Los 1.300 muertos estuvieron presentes, especialmente los numerosos “civiles” y los 5.000 heridos. Dijo que durante el alto el fuego Hamas no lanzo un solo cohete y que, en cambio, “Israel transformó Gaza en una enorme cárcel al aire libre, donde ni siquiera podía entrar una caja de tomates”. Todo esto lo hemos oído estos días, en casi todos los medios afines y no afines, hasta la saciedad. En fin, los reproches fueron continuos e interesados. Ni que decir tiene que, a la sazón, el realizador no perdió ocasión de enfocar la cada vez más sería y sobria cara del presidente Peres.

El siguiente turno fue para Amre Moussa, Secretario General de la Liga Árabe y ex canciller egipcio. Moussa estaba sentado en el extremo opuesto del chairman Ignatius, o sea, al final del panel. Y aquí empezó a calentarse de necesidad el ambiente. Giró su cuerpo hacia el centro del panel, donde estaba sentado Peres, con medio cuerpo fuera de su asiento, gesticulando y manoteando, al tiempo que gritaba sus acusaciones siempre mirando al presidente israelí. En su manoteo descontrolado, golpeaba sin querer con las manos al micrófono, que sonaba como si fueran los fatídicos rockets. Hablaba atropelladamente en un inglés con fuerte acento. Aquello fue un turbión de palabras, de entre las que pude entender parte de los argumentos utilizados por Erdogan, pero el doble de desgarradores: “el principal problema es la ocupación israelí, los asentamientos, las barreras”.

Moussa estaba muy irritado con el hecho de que Israel reclame nuevas elecciones orientadas a eliminar a Hamas. Hamas, children, democracia, todo mezclado sonaba continuamente. Una acusación con tintes apocalípticos. En esta parte, el realizador no perdía ocasión de ofrecernos un presidente Peres, de 85 años, sobrecogido, pasmado, que se llevaba de vez en cuando la mano a la barbilla con gesto pensativo. Desde Ki-moon, pasando por Erdogan y ahora Moussa, aquello fue, in crescendo, cambiando desde una lluvia fina a chaparrón, para terminar como una tormenta de rayos y truenos. En algún momento pensé que Peres cortaría aquella humillante situación ante tan numerosa e importante audiencia presente y televidente. El chairman le dio un aviso a Moussa para que acabara y este le pidió que le dejara terminar. Ignatius le dejó ir. Según mi control de tiempo el Presidente de la Liga Árabe estuvo 13 minutos, segundos más o menos.

Entre los presentes estaba Valerie Jarrett, representante del presidente Obama. Al final me referiré a como la mayoría de los medios que he consultado para contrastar mis impresiones de improvisado reportero, no hacían referencia a la actitud belicosa del Presidente de la Liga Árabe, causante, posiblemente, de que aquello entrara por derroteros tan abruptos.

Y finalmente llegó el turno de un presidente Peres, visiblemente irritado, después de haber estado oyendo y viendo como tres ponentes consecutivos se había despachado a gusto, a base de críticas sin freno, muy duras, ciertas o no, con evidente efecto contrario al que, presumiblemente, el presidente del FD, Klaus Schwab, y muchos de los presentes, esperaban de aquel acto, presuntamente orientado a pacificar un conflicto tan indeseado, pero que finalmente resulto como si se le echara gasolina a un fuego.

El presidente de Israel estuvo hablando, según mi control, segundos más o menos, durante 20 minutos. Ciertamente más tiempo que los 16 minutos de Erdogan, los 13 de Moussa o los menos de 8 minutos de Ki-moon. Me imagino que el chairman Ignatius consideró que en aquella batalla de tres, que sumaban más de media hora de intervención, frente a uno, había que compensarlo de alguna manera. Quién sabe.

No me sorprendió, y supongo que a la mayoría de los presentes tampoco, que Peres hiciera un contraataque tan vehemente, con voz fuerte, dirigida casi todo el tiempo a Erdogan, a quien señalaba con el dedo: “qué harías tú si cada noche cayeran 10 misiles en Estambul”. “Hamas es un grupo fanático y no democrático que tiene una dictadura en Gaza”. “Israel no quiere disparar a nadie, pero Hamas no nos ha dejado otra elección. Israel no quiere matar a nadie, nos importan los niños, pero si ponen bombas en guarderías y se esconden los milicianos en las casas no tenemos otra elección”. Peres se defendió con ardor, especialmente, de las acusaciones de la guerra de los niños. “Yo mismo supervisaba cada día la lista de necesidades”. De vez en cuando, los menos, Peres hacía un movimiento para dirigirse a Moussa, como dando a entender que contestaba a sus anteriores justificaciones sobre los lanzamientos de los cohetes sobre Israel: “Todo tiene un límite”. “Las ambiciones de Irán de dominar el mundo para lo que suministra cohetes a Hamas y a Hizbula”. “Hicimos más de 220.000 llamadas de teléfono para pedirles que abandonaran las casas, antes de bombardear”, etc., etc.

Hasta este momento había trascurrido una hora desde que Ignatius inició la sesión del panel. Erdogan se dirige entonces –yo no diría, inesperadamente-, con actitud exigente hacia el chairman, que lo tenía justamente a su derecha, para pedirle insistentemente “one minute”. Ignatius alegaba, con una mano pretendidamente amistosa apoyada en el hombro de Erdogan, que ya no quedaba tiempo y que había que irse a cenar. El realizador de televisión apenas nos dejó ver la cara del moderador. Enfocaba constantemente a Erdogan, posiblemente consciente de que se estaba produciendo un acontecimiento muy relevante. Las manos del chairman y de Erdogan se batían como dos espadachines mientras este exigía, una y otra vez, “one minute”.

Así transcurrieron 15 largos segundos, hasta que el moderador bajó un segundo la guardia y Erdogan tomó la palabra –en contra de lo que afirman la mayoría de los medios escritos- durante 3 minutos, de gran repercusión mundial y de efectos imprevisibles en la evolución del podrido y viejo conflicto israelopalestino.

Erdogan seguramente sabía que en los pocos minutos que pudiera arrancarle al líder del panel, de una organización tan estricta y planificada como FD, no sería tiempo suficiente para darle la vuelta, radicalmente, a los mensajes de Peres. Protestó de que los asistentes aplaudieran a las palabras del presidente israelí: “Me parece muy triste que la gente aplauda porque muchas personas murieron. Creo que se equivocan al aplaudir las acciones que han causado la muerte de personas. Y pienso que eso está muy mal y no es humanitario”. Esta manifestación refleja la expectativa que tenía Erdogan de que el público presente no aplaudiría la intervención del Presidente de Israel. Dijo que Peres había elevado la voz como síntoma de “los remordimientos y el sentimiento de culpabilidad”. O también: “Yo recuerdo dos ex primeros ministros de su país que dijeron que se sintieron muy felices cuando pudieron entrar en Palestina con tanques”. Puntualizó que “el moderador no ha respetado las reglas de moderación”.

Entre tanto Ignatius gritaba: “No podemos empezar el debate de nuevo. No queda tiempo”. Erdogan insistía en querer más tiempo: “Por favor, déjeme terminar”. Pero Ignatius seguía intransigente. Entonces ocurrió lo fantástico. Erdogan que es un político curtido y astuto, seguramente intuyó que dando un portazo estando en el uso de la palabra, tendría un efecto devastador y muy favorable en su propio país y en el mundo árabe, como así ha sido. Abandonó el escenario con grave aspecto de indignación, mientras que ordenaba su carpeta de notas, al tiempo que amenazaba en voz alta: “no volveré más a Davos”. Se oyeron los aplausos de los que aprobaban el gesto de desplante de Erdogan, al tiempo que un grupo de personas abandonaba también la sala –el contraluz del plano general que ofrecía el realizador no permitía hacerse una idea de si eran muchas o pocas-. Moussa se puso de pie en ademán de acompañar solidariamente a Erdogan, pero Ban Ki-moon, reaccionó oportunamente cogiéndole la mano y le invitó a sentarse.

Enseguida apareció en escena el presidente del FD, Klaus Schwab. Evidentemente este era el primer incidente grave de su organización en sus más de cuarenta años de existencia. Naturalmente, trató de quitarle hierro a la situación y calmar los ánimos: “Cuando es cuestión de vidas suceden cosas así”. Según se ha conocido por otros medios, fue convocada con urgencia una conferencia de prensa en la que intervinieron Erdogan y Schwab quien dijo que lo ocurrido “no va en la línea del espíritu de Davos”. Erdogan dijo una cosa tan infantil como que todo el mundo pudo ver como Peres lo estuvo mirando todo el tiempo con cara poco amistosa, pero que con quien estaba verdaderamente enfadado era con el moderador. Esto suena a echar balones fuera. No digo que no sea políticamente útil.

Francamente, creo que Schwab, como responsable último de la programación de los paneles, no deberá sentirse ajeno a un diseño de tema y ponentes tan arriesgado como el que comento.
Como se ha podido saber después, Erdogan ha logrado sacar, en principio, sustanciosos réditos de su acción. Al llegar a su país tuvo una acogida multitudinaria en el aeropuerto de Estambul. Miles de personas con banderas palestinas y turcas, con carteles que decían: “Turquía está orgullosa de ti”, “Damos la bienvenida al líder del mundo”.

Naturalmente la oposición turca, Partido Republicano del Pueblo (CHP) también aprovechó las circunstancias, para decir que Erdogan se había comportado “como un portavoz de Hamas”, además de haber debilitado el prestigio de Turquía. También que “Para el mundo civilizado Erdogan está acabado”. A todos esos ataques de la oposición turca, Erdogan ha respondido: “Soy el primer ministro de la República Turca. Ser suave no encaja con nuestra nación”. Al Jasira ha entrado en escena declarando que Erdogan cuenta con las simpatías del mundo árabe: “Los árabes se levantaron y aplaudieron a Erdogan”. Algunos analistas moderados del periodismo árabe opinan (Murat Yetkin en el diario Radikal) que la posición mediadora de Turquía en el conflicto de Oriente Medio se ha debilitado, porque su fuerza radicaba en tener la capacidad de hablar al mismo tiempo con Israel, Irán y Siria.

Esta experiencia de dedicarme a reportero internacional desde mi pupitre, no ignoro que es una especie “juan palomo”. Aparte de resultarme sugestiva, me ha confirmado, conmovedoramente, hasta qué punto los medios de comunicación de nuestro país, llamado España –a un viejo como yo lo de Estado me recuerda el lenguaje del régimen franquista-, están inmoderadamente “comprometidos” en la causa palestina con el inevitable efecto de propagación del virus anti judío. En algunos sitios de España ya se están atacando sinagogas

Era inevitable que, al día siguiente, tratara de contrastar mi experiencia reporteril viendo lo que decían los “medios profesionales”. Realmente no me propuse hacer un sondeo científico. Cogí, más o menos al azar, siete ejemplares. No me podía crear lo que estaba viendo. No me propongo dar aquí los nombres de los medios afectados por mi ingenuo experimento. Encontré disparates, manipulación y sectarismo en el trabajo de los “corresponsales”. Se podría salvar de la quema a uno solo.

Aunque ya llevamos un largo periodo de tiempo comprobando como los distintos medios, escritos, digitales, de TV, de TDT, etc., están por la retórica, por la dialéctica erística, con menosprecio de la verdad, siempre resulta duro comprobarlo de forma palpable. Qué pena que el “club de abdicantes”, como un periodista profesional no contaminado llamó a los que se entregan al sectarismo militante y comprometido, se extienda como una mancha de aceita.