viernes, 31 de octubre de 2008

La crisis económico financiera del emperador Tiberio en el año 14 (d.C.). La crisis de 2008

Después de la batalla de Accio, en el año 31 (a.C.), de Octavio frente Antonio y Cleopatra, Octavio quedó como único señor. Celebró su triunfo de forma muy generosa, a cuenta de las cuantiosas riquezas que pudo saquear de los países vencidos, Egipto y de camino Palestina. Con la inestimable ayuda de la amena e interesante Historia de Roma del periodista e historiador Indro Montanelli, que empezó a publicar por capítulos, allá por los años 50, en el anexo dominical del Corriere de la Sera; en el capítulo 39, dedicado al análisis del capitalismo romano, nos recuerda que la depresión de Wall Street del año 1929, tuvo se precedente en Roma cuando Augusto Octaviano, de vuelta de Egipto, con un inmenso botín en su carro de vencedor, lo puso en circulación con el propósito de reanimar el deprimido comercio que se encontró en la capital del Imperio. Naturalmente, esto significaba hacer política económica inflacionista, con el bien intencionado propósito de estimular las transacciones económicas.

Dicen que Agripa, amigo, inteligente general y destacado ingeniero de Augusto, tenía además buenas cualidades de consultor económico. Pero quizá lo que Agripa no supo prevenir a Augusto es que tal buen intencionado acto de generosidad estimularía también, de forma meteórica, los precios. El tesoro egipciano era muy cuantioso y el emperador quería que sus súbditos estuvieran presuntamente satisfechos. Y así anduvieron las cosas hasta la muerte de este pródigo primer emperador allá por año 14 (d. C.), a manos de su probable hijo Bruto y sus secuaces. Según estos datos, fueron muchos años los que los romanos soportaron semejante estado de inestabilidad económica.

Tiberio, sucesor del primer emperador de Roma, seguramente impresionado por semejante situación, consideró que aquello realmente no era bueno, por lo que decidió cortar por lo sano -quizá demasiado bruscamente-, quitando de la circulación toda la moneda que pudo –sería algo así como si, en nuestros días, las autoridades monetarias actuaran sobre los indicadores de la oferta monetaria M1, M3 de nuestro tiempo-. Como hoy estamos sabiendo al dedillo, ilustrados por la multitud de informes de todo pelaje que la crisis 08 está provocando, en semejantes circunstancias de sobre abundante liquidez, resulta más ventajoso endeudarse –apalancarse, como gusta decir ahora- que pagar con recursos propios. Por estas y otras varias razones, sobre las que no voy a entrar ahora, ha resultado siempre más ventajoso comprar piso que alquilarlo. ¿Será verdad, como dicen las manoseadas citas estratégicas chinas, que las crisis, además de peligro traen escondidas las oportunidades?

Resulta curioso comprobar que en el año 2006, el entonces gobernador del BDE, Jaime Caruana, llegó a la misma conclusión que Tiberio había llegado casi dos mil años antes, en cuanto a que aquella sobre abundancia de liquidez no era buena cosa. Pero su opinión, dicha en alguna de sus conferencias, que podemos encontrar en Internet, no tuvo tan buena acogida. Más bien se consideró que estaba aguando la fiesta. Aprovecho esta oportunidad para discrepar de la afirmación hecha, por digamos algunos políticos muy avisados para curarse en salud, que nadie anticipó con tiempo sobre la crisis que se avecinaba. Ofrezco a quien me lo solicite, alguno de mis directorios favoritos que guardo en mi ordenador, donde he ido almacenando, desde hace tres o cuatro años, artículos e informes escogidos, donde se llamaba la atención sobre el peligro de seguir por aquellos derroteros de regalar el dinero de forma tan generosa. Yo mismo tengo posteado en este mismo blog personal, un artículo titulado La enigmática burbuja inmobiliaria, de fecha 27 de abril de 2007, donde argumento sobre el discutido asunto de la “burbuja inmobiliaria”.

Pues el caso es que la discutida “burbuja inmobiliaria”, en realidad debería haberse llamado burbuja financiera, como finalmente está quedando en evidencia. Porque las burbujas, de lo que sean -que son aire y van al aire-, siempre las insufla la economía financiera sobre la economía real. Conviene recordar que la economía de mercado funciona sobre la parte libre del sistema económico -aunque no siempre de forma mayoritariamente libre, pues siempre quedan por ahí algunas actividades que no están liberalizadas-. La economía financiera es la parte no libre del sistema económico, que tiene que ver con el sistema de los medios de pago, que como digo, casi nunca ha sido libre, nunca ha dejado de estar regulado y controlado por el poder, los estados. De hecho, emitir dinero y controlarlo siempre ha sido uno de los rasgos de identidad del poder soberano.

Curiosamente, en la absurda forma de construir la UE empezando por el tejado, el poder de emitir y controlar el dinero –y la consiguiente posibilidad de hacer política monetaria-, ha sido una de las renuncias de poder más significativa que los Estados que la integran han llevado a cabo. La crisis 08, no muy distinta de otras crisis sufridas en el pasado, ha sido la primera que padecemos bajo el Sistema Monetario del Euro. Lo que, en mi opinión, ha sido desastroso. El tsunami financiero, como algunos medios les gusta llamar a la crisis 08, nos ha cogido con una casa que tenía tejado-euro, pero que carecía de cimientos. Es como estar con las manos atadas, incapacitados para aplicar las más elementales políticas monetarias de ajuste. Lo peor; que el ajuste que no podemos llevar a cabo en la economía financiera, habrá que dejar que se ajuste en la economía real.

El problema es que las llamadas genéricamente, con pretensiones de confusión, “instituciones financieras”, o sea, banca privada y cajas, constituyen el conglomerado de nuestro sistema bancario, donde una de las partes, las cajas, funcionan como seudo bancos, sin títulos de propiedad y que, en puridad, no podemos considerar privadas ya que dependen de consejeros procedentes de ayuntamientos, comunidades autónomas, sindicatos, partidos políticos, etc. Y, atención, al revuelo del capote veremos procesos de integración de cajas por razones, no de eficacia y reducción de costes de transformación del dinero, sino por intereses de poder autonómicos. El sueño largamente acariciado: detrás de cada presidente autonómico, una gran “institución financiera”. Una especie de remedo de BDE -en la E de España podemos imaginar cualquiera de las iniciales de las distintas CC AA-.

Las instituciones financieras actúan por delegación y con licencia explícita de las autoridades monetarias, bajo normas operativas y contables muy rigurosas, con la misión de manejar esa compleja mercancía llamada dinero, que representa el fluido vital que facilita que puedan llevarse a cabo las complejas transacciones que genera la actividad económica de todos los individuos que componen la sociedad, unas veces como proveedores y otras como consumidores.

Pero a pesar del especial empeño que siempre han puesto los llamados reguladores del sistema bancario –Bancos centrales y similares-, siempre han ido a remolque de la llamada ingeniería financiera, que los banqueros y bancarios siempre han utilizado para el desarrollo de sus negocios, para no solo tomar dinero con una mano y prestarlo con la otra, y así obtener un margen financiero en base a la masa monetaria que los reguladores admitan, sino que, desde siempre, y cada vez más, especialmente a partir de que de la banca se desgajara la parte especializada de banca de negocios –ojo, a partir del New Deal-, han esquivado la limitación impuesta por los reguladores, creando el llamado dinero bancario, materializado cotidianamente, entre otras muchas formas, en los talones bancarios, tarjetas de crédito, swaps de todo tipo, FRA (forward rate agreement), FXA (forward exchange agreement), caps, floors, collars, cylinders, contratos a plazo participativo, LBO (leveraged buy-out), paquetes de derivados, etc., etc. Esta imparable y dinámica IG (ingeniería financiera), ha llevado siempre a los agentes de los sistemas de vigilancia con la lengua fuera, de modo que, tras cada reforma del tipo de las que ahora nos pueda caer, en poco tiempo, quedaban obsoletas. En este punto se me quedan flotando algunas preguntas:


· ¿Cuánto tiempo podrán estar disputándose el terreno, en un mundo globalizado, el Euro y el Dólar?
· ¿Quién saldrá vencedor del lance, socialismo vs capitalismo, de Washington?
· ¿Se dejarán pastorear las nuevas potencias, más que emergentes?
· ¿Es posible que sobrevivan los actuales “G-n”?

En cuanto se cerró el abundante grifo proveedor del líquido financiero, la locomotora se desinfló, se paró en seco, dejando desamparados a millones de viajeros que se preguntan por qué semejante parón. Sobre esta lamentable historia del sambenito de la “burbuja” endosado al sector inmobiliario, que como es sabido cumple su estratégico papel de locomotora de la economía real -desde la edad de piedra-. Tantos han sido los palos que se pusieron en sus ruedas locomotrices, por parte de ciertos políticos populistas –que jugaban al mismo tiempo a dos barajas: "cambiemos de modelo económico", "casas para todos los jóvenes"-, que hizo que se cumpliera la clásica sentencia de “que los dioses te castiguen concediéndote lo que pides”. Y así fue como se cumplió la fatal sentencia, con lo que los responsables ideológicos y beneficiarios del enorme globo de aire –partidos políticos, ayuntamientos, instituciones financieras, CC AA, algunas promotoras inmobiliarias- se quedaron, de pronto, sin liquidez. Era la señal de que la locomotora se había parado.

¿No habría que haber tenido prevista la mágica locomotora de la “alta tecnología, investigación y desarrollo” -¿quién puede pensar que semejante cosa se puede improvisar a corto e incluso medio plazo?- que sustituiría a la menospreciada construcción? Algún día tendremos todos los datos sobre las graves repercusiones que este descarrilamiento provocado está teniendo y tendrá sobre el aumento del paro, los ingresos de los ayuntamientos, la industria de saneamientos, los fabricantes de electrodomésticos, etc. O sea, todo un tren de vagones que también se han quedado vía muerta.

Volviendo a los tiempos de Tiberio con ayuda de Montanelli, también el sucesor de Augusto cortó por lo sano, creando un gigantesco problema de liquidez, semejante al que ahora venimos padeciendo en pleno siglo XXI en todo el mundo globalizado, con nuestra crisis 08. Cuanta Montanelli que “el que se había endeudado contando con la continuación de la inflación, se encontró falto de liquido y corrió a retirarlo a las cajas de ahorro de la época. La [caja] de Balbo y de Olio tuvieron que hacer frente, en un solo día, a trescientos millones de obligaciones y cerraron las ventanillas. Las industrias y comerciantes interesados no pudieron pagar a sus proveedores y cerraron también. Cundió el pánico. Hasta el [banco] de Máximo y Vibón, que era más fuerte, no pudo satisfacer todas las demandas y pidió auxilio al [banco] de Pettio. La noticia se difundió en un abrir y cerrar de ojos [a pesar de no contar con Internet y la TV], y fueron entonces los clientes de Pettio quienes se precipitaron a su Banco con sus libretas, impidiéndole el salvamento de sus dos colegas. La interdependencia de las varias economías provinciales y nacionales en el seno del vasto Imperio [dentro de sus dimensiones, también el Imperio Romano tenía su globalización, con los problemas consiguientes que acarreaba integrar tribus-naciones y absorber las más variadas culturas], quedó demostrada por el simultáneo asalto a los Bancos de Lyon, Alejandría, Cartago y Bizancio. Era claro que una oleada de desconfianza repercutía inmediatamente en la periferia.”

Resulta impresionante leer en estos días de crisis urbi et orbi, la “crónica” que Montanelli hace de lo que aconteció hace más de dos mil años. Cualquiera diría que está sacada de algún periódico de ayer mismo.

Pero aún podemos encontrar cosas más sorprendentes en la descripción que hace Montanelli en su obra citada: “También entonces hubo quiebras en cadena y suicidios. Muchas pequeñas propiedades cargadas de deudas no pudieron aguardar a la nueva cosecha para pagarlas y tuvieron que ser vendidas en provecho de los latifundios que estaban en condiciones de resistir.”

Verdaderamente impresionante la semejanza de las escenas de entonces y de ahora. Hay más: “Volvieron a resurgir los usureros, que con la difusión de los Bancos habían mermado. Los precios se derrumbaron espantosamente.” Efectivamente, los fenómenos económicos, recogidos en la historia de la economía, se repiten una y otra vez; o sea, los seres humanos -y las instituciones financieras- tropezamos en la misma piedra una y otra vez.

Pero lo que más me impresiona como economista, es lo que dice más adelante Montanelli, que constituye una lección magistral de política económica: “Y Tiberio tuvo al fin que rendirse a la idea de que la deflación no es más sana que la inflación. Con muchos suspiros, distribuyó cien mil millones a los Bancos para que volviesen a ponerlos en circulación, con orden de prestarlos por tres años, sin intereses.” Increíble “operación rescate” que no desmerece en nada a las de Paulson, Brown, Sarkozy, BCE, FED, incluso a la de ZP.

Resulta realmente increible. Pero para evitar cualquier sospecha de manipulación, creo conveniente resaltar que, como se ha dicho más arriba, la Storia di Roma de Montanelli, se terminó de publicar en Milán en noviembre de 1957. En vista del éxito alcanzado con esta obra, la Editorial Longanesi la editó aquel mismo año en formato de libro. Desde entonces se ha traducido a todas las lenguas cultas, estando considerado como el mejor libro de texto para entender y comprender la compleja historia del Imperio Romano. Es un libro que, por su evidente interés, puede resultar difícil conseguirlo. La colección Debolsillo tiene una edición del año 2007, con traducción de Domingo Pruna, mejorable. Indro Montanelli fue Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en el año 1996. Falleció en Milán el 22 de julio del año 2001.

Epílogo. Da miedo pensar lo que le puede pasar a la economía real globalizada, después de este río revuelto, cuando oímos a los políticos progresistas y no progresistas, que van a refundar la economía de mercado, la única parte del sistema económico seudo libre que funciona en muchos países, a cuenta del estrepitoso fallo de los reguladores del sistema financiero. Los pirómanos se meten a bomberos. ¡Qué coartada para que tengamos más estado, más intervención, más regulación! Que Dios nos coja confesados –a los creyentes, claro-.