martes, 31 de marzo de 2009

Contra la ilusión de la prosperidad


Obama no para. Una vez más es noticia mundial al poner en marcha planes de acción específicos, nada retóricos, con los que se propone acabar con la crisis. Si lo logra, y cada vez más parece que está bien encaminado a este objetivo, que gran alivio para tantos políticos que andan dando palos de ciego, a veces sólo para llevarle la contraria al inesperado emperador afro-americano.

El pasado día 24 de marzo de 2009, en la Sala Este de la Casa Blanca, Obama dio su segunda conferencia de prensa, para presentar al pueblo norteamericano, pero también, por qué no decirlo, a todo el mundo, los “enésimos planes” de acción encaminados a acabar, lo antes posible, con la Gran Crisis del III Milenio, esta que padecemos, que por su envergadura y los efectos que ya está teniendo y los que se ven venir, no sólo sobre el sistema productivo mundial, sin la menor duda merece que así se la denomine. Efectivamente, son los enésimos planes, como algunos recalcan con ironía, pero el empeño y determinación de su patrocinador, la ausencia de complejos al reconocer sus errores inmediatos anteriores y rectificar a cara descubierta, son una prueba de su honestidad. A lo mejor para todos, y a lo peor para sus críticos desconsolados, al descubrir que este Obama no es, simplemente, aquel anti Busch ansiado, acierta y nos saca del atolladero.

Soy consciente de que a este artículo le han precedido otros muchos que han tratado sobre la materia que me propongo escribir. Pero creo que dada la importancia de su contenido, es oportuno volver con detenimiento, sin precipitación, después de haber hecho la digestión, para descubrir matices interesantes.

Unas horas antes de que Obama diera su conferencia de prensa, el Secretario del Tesoro, Timothy Geithner, había anunciado un importante plan por el que se desarrollaba, de forma considerable, la Supervisión del Sistema Financiero de EE UU. Como se verá en el próximo post que me propongo editar, dicho plan, sí parece que va destinado, por primera vez, a atacar directamente a la raíz de los males de los que adolecen la mayoría de los sistemas de vigilancia de los Sistemas Financieros del mundo desarrollado, y no digamos de ahí para abajo. En mi opinión, creo que no exagero al decir, que es lo nunca visto.

Lo que se proponía Obama, con la conferencia de prensa aquí comentada, era darle el respaldo y la resonancia que el plan anunciado por Geithner requería, pero sobre todo, poner al día a los ciudadanos sobre los pasos que su Gobierno está dando para sacar a la economía americana de la recesión, así calificada sin disimulos por el propio presidente, y llevarla hacia la recuperación y la prosperidad.

Me propongo resaltar algunas de las frases y expresiones utilizadas por Obama en su discurso, no sólo para caracterizar la forma de ver el caso por el personaje, sino por cuento significan calificar y determinar apropiadamente, sin ambages, los distintos aspectos que caracterizan esta Gran Crisis, la primera del presente siglo. Dice Obama que conviene recordar que esta crisis no ha aparecido de la noche a la mañana. Ha sido necesario que transcurran muchos fallos para que la situación resulte de la manera que la estamos padeciendo. Por tanto, parece lógico que haga falta bastante tiempo, así como aplicar diferentes soluciones, tanteos, ensayos, antes de que se consiga salir de este agujero negro. Son varias las veces que Obama ha utilizado una expresión típicamente americana al decir que, no existen balas de plata que resuelvan mágicamente esta situación. O sea, claridad para que todo el mundo lo entienda.

Una de las características más apreciable de las intervenciones de Obama es su empeño en ejercer como pedagogo. La envergadura de la gravedad queda descrita cuando dice que hay que atacarla por todos los frentes, o sea, no cabe aplicar simples parches aquí y allá. Va advirtiendo a sus escuchantes, continuamente, de las partes destacadas de lo que está describiendo. Así, el primer paso es inyectar dinero en los bolsillos de la gente. De este modo, se ha conseguido ya salvar muchos empleos. O bien cuando destaca que el plan rebajará en un 95 % los impuestos de todas las familias trabajadoras, lo que supongo habrán podido comprobar en los cheques de cobro de primero de abril.

El segundo paso, advierte, es estabilizar el mercado de la vivienda, para lo que los tipos de interés de las hipotecas se ha reducido considerablemente, además de poder refinanciar algunos préstamos, o también permitir que más del 40 % de los mismos se puedan reestructurar en el tiempo. Según datos recientes, ya se están notando los efectos positivos de estas medidas al apreciarse señales de incrementos de las ventas de viviendas con la consiguiente estabilización de los precios.

El tercer paso que persigue el plan que describe el presidente, es relanzar el flujo del crédito destinado tanto a los particulares como a las empresas, como es el caso de estimular los préstamos para la compra de coches, para los estudiantes y para los pequeños negocios. Pero no menos destacado es que el plan permita y estimule que los inversores particulares sean copartícipes con el Gobierno en la compra de activos de alto riesgo – también llamados tóxicos- que precisamente son la causa de que los bancos se retraigan a la hora de dar créditos y préstamos. Incluso asegurarse de que a los bancos no les falte la necesaria liquidez para que puedan atender a los demandantes de tales créditos y préstamos, lo que, de no ser así, representaría un evidente impedimento para que la economía se recupere.

Uno de los pasajes en los que el presidente hace gala de su buena pedagogía, al tiempo que llama a las cosas por su nombre, y que han inspirado el titular de este artículo, corresponde al siguiente párrafo, y que por su importancia transcribo íntegramente: “Sabemos que una economía basada en la especulación desenfrenada, en la inflación de los precios de las viviendas y en el uso abusivo de las tarjetas de crédito, no crea riqueza consolidada. Lo que crea es una peligrosa ilusión de prosperidad que nos puede afectar a todos.”

Otra cuestión abordada por el presidente, que tiene especial relevancia, es la relativa a la gestión del déficit presupuestario. “La mejor manera de reducir nuestro déficit presupuestario a largo plazo, es no continuar con métodos presupuestarios que aplican las políticas de siempre que nos han conducido a una prosperidad miserable y a una deuda descomunal. El presupuesto adecuado será aquel que nos conduzca a un amplio presupuesto económico que nos permita pasar de una era de endeudamiento y gasto, a otra en la que se ahorra y se invierte.”

Otra manifestación que llamó mi atención fue su insistencia en que el largo camino que hay que recorrer hasta superar las dificultades y alcanzar la prosperidad, pasa por que ese camino lo recorra el pueblo todo junto, como uno sólo. Y es aquí precisamente, al hablar del pueblo unido, cuando saca a colación su indignación, al igual que otras muchas personas, por el deplorable asunto de las comisiones de los directivos de AIG. “Estoy tan enfadado como el que más sobre el asunto de las primas de algunos, que precisamente pusieron a nuestro sistema financiero de rodillas –en parte debido a esa detestable cultura que nos ha llevado a esta situación.”

Y es aquí donde el presidente castiga duramente a los banqueros y ejecutivos de Wall Street al reprocharles agriamente que tengan que darse cuenta de que su enriquecimiento a costa de los contribuyentes es inexcusable, y de que los días de las remuneraciones desmesuradas y la especulación, sin tino, tienen que terminar. Yo no recuerdo haber leído o escuchado un reproche tan duro, por parte de un presidente de Estados Unidos, a los distinguidos directivos de Wall Street.

Naturalmente hay una referencia a la confianza en el futuro cuando afirma que “Nos vamos a recuperar de esta recesión, aunque para ello necesitaremos tiempo y paciencia y siempre bajo el bien entendido principio de que deberemos trabajar todos juntos y de que deberemos mirar más allá de nuestros particulares intereses a corto plazo, teniendo en cuenta las obligaciones que tenemos para con los demás –así es como podemos triunfar, así es como podemos prosperar”.


Creo que el texto más arriba glosado, contiene muchos puntos de interés que nos pueden proporcionar acertados juicios de valor, que nos pueden ayudar a desarrollar nuestras propias opiniones sobre los abrumadores acontecimientos que nos están llegando como un manantial que no cesa.

Pero lo que no se puede aguantar es oír, principalmente a algunos políticos de la UE, que están seguros de que saldremos de esta crisis, sin concretar con qué medidas salidas de sus manos, que es tanto como decir que “siempre que ha llovido a escampado”. O sea, la política del parcheo y el carpetazo. La pregunta clave es si saldremos reformados, fortalecidos para caminar adecuadamente por los nuevos tiempos que se vislumbran.


En mi próxima entrega, me propongo comentar y enjuiciar el interesante y profundo -y se podría decir revolucionario- plan de supervisión y vigilancia que el Secretario del Tesoro Geithner se propone imponer, no solo a los bancos, que ya lo tienen en gran medida, sino a al resto de grandes organizaciones financieras que desarrollan actividades para bancarias, que tanto influyen de hecho en el Sistema Financiero norteamericano, como se ha visto en esta crisis, y que hasta ahora han quedado fuera de toda regulación.

Sobre esta cuestión, lo que no se puede decir es la simpleza, que se viene oyendo estos días, de que Estados Unidos ha copiado lo que ya tiene la UE. Primero porque, desgraciadamente, UE no es un estado y por tanto no tiene un gobierno central, sino un conglomerado de Estados, que funcionan con algunas directivas; que algunos usan una moneda común -que en las presentes circunstancias constituye una agobiante corsé-, pero que padecen las consecuencias de no poder ni siquiera converger adecuadamente en políticas tan importantes como la presupuestaria, fiscal, laboral, legal, financiera etc. Además, si disponíamos ya de semejante cortafuegos, ¿por qué no funcionó y evito que padeciéramos el mal del Sistema Financiero contagiado por Estados Unidos? ¿Por que nos olvidamos como funciona la economía globalizada?


Ahora los Estados independientes de la Unión andan enredados con el asunto de los paraísos fiscales. Pero la “prueba del algodón” la veremos en lo que resulte de la tan cacareada reunión en Londres del impropiamente llamado G-20. De lo que si estoy seguro es de que la dura realidad acabará por rendir bastantes fortalezas amuralladas del conglomerado que es la UE, si quieren evitar que las nuevas potencias emergentes, China, India, la atosigante Rusia, Brasil, los carteles árabes del petróleo, etc., se conviertan en los interlocutores válidos para Obama.