martes, 12 de enero de 2010

Dialéctica, amiga o enemiga de la verdad. (I)

¿Es la dialéctica el camino que conduce a la verdad?

En mi post anterior, en el que enfrenté imaginariamente a Platón con Marx, a guisa de vidas paralelas, quedó flotando a lo largo de todo el texto una palabra con mucha enjundia como es, Dialéctica. El hecho es que desde los primeros tiempos de la filosofía - no sabría decir si incluso con los presocráticos-, los filósofos no han dejado de darle vueltas a su significado, utilidad, valoración. Posiblemente sea la palabra que más veces sale en la mayoría de los tratados de filosofía. Siempre ha sido motivo de discusión; el desacuerdo ya empezó con Aristóteles y su maestro Platón.

Los políticos de izquierda suelen estar bien entrenados en la materia y saben sacar partido a la cuestión. Baste con ver en las tertulias, ahora tan abundantes en las nuevas TV temáticas de la red TDT, como los representantes de cupo de la izquierda actúan como verdaderas tanquetas que arrollan a los considerados de derechas, salvo honrosas excepciones. En general aquellos dominan las técnicas del debate con habilidad. La cuestión que quiero plantear es: ¿es la dialéctica el camino que conduce a la verdad?

La cuestión empezó a interesarme especialmente hará unos diez años, cuando cayó en mis manos un tratado u opúsculo de Arthur Schopenhauer (1788-1860) que nunca destinó al público, que se encontró entre el legajo de anotaciones que dejó el filósofo, por lo que, a pesar de formar una obra acabada en sí misma, carece de de una revisión definitiva. Tampoco recibió un título expreso, aunque su autor se refería a su trabajo como Eristische Dialektik. La primera edición en lengua española, según creo, es del año 1997, con el título Dialéctica erística o el arte de de tener razón, expuesta 38 estratagemas, de la editorial Trotta. La edición que yo leí es del año 2000, de unas cien páginas, está traducida por Luis Fernando Moreno Marcos Claros, autor de una esclarecedora introducción.

En varias ocasiones le oí decir a Rafael Termes que la mejor manera de aprender algo era obligarse a escribir sobre el particular y explicárselo a los demás. No han sido pocas las veces que me he aplicado el cuento, tanto como autor como en la actividad docente, y puedo afirmar que me ha dado buenos resultados.

Este trabajo está dividido en cuatro partes. La primera, que ahora termina, pretende, a guisa de introducción, plantear la pregunta clave a la que se quiere contestar en el conjunto del trabajo. La segunda parte la dedicaré a contar, de forma abreviada, la fantástica historia de la vengativa diosa Eris, que nos dejó Hesiodo en su obra Teogonía. De este modo comprenderemos porque Schopenhauer calificó a la dialéctica con el término, erística. La tercera parte estará dedicada a recordar y resaltar el importante papel de la palabra en la comunicación, donde la dialéctica interviene con especial protagonismo. La última parte de este trabajo, la dedicaré a glosar y comentar los aspectos más interesantes del citado libro más arriba de Schopenhauer, Dialéctica erística.
(continua)

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